viernes, 30 de abril de 2010

Mark Twain: el primer escritor americano



Laura Fernández
Con motivo de celebrarse el día del Libro, insertamos el siguiente artículo sobre el mítico Mark Twain, considerado por escritores de la talla de Ernest Hemingay, "la piedra fundacional de la literatura moderna norteamericana".

Mark Twain nació en 1935 el mismo día que llegaba de visita el cometa Halley, y, curiosamente montado en su estela, nos abandonó 75 años después con la nueva aparición del cometa. Célebres son 'Las aventuras de Tom Sawyer' (1876) o 'Las aventuras de Huckleberry Finn'(1884), "El diario de Adan y Eva".

Twain fue capaz de escribir sin palabras de más cuando todos lo hacían. Fue capaz de llenar de humor lo que se asomaba como una tragedia (lo es que el indio Joe mate al doctor Robinson y que todos callen menos Huck, que sabe, como Tom, toda la verdad). Lo es la vida esclava de Jim, lo es la vida de Huck junto a su padre borracho.


Desde el 30 de noviembre de 1835, cuando nace en Florida (Missouri), hasta el 21 de abril de 1910, cuando muere en Elmira (N.Y.), la vida de Mark Twain, como la de cualquier otro hombre, estuvo cifrada por la plenitud, la adversidad y los giros de un calendario que le permitió vivir 74 años. Pero a diferencia de sus semejantes, invisibles cuando su rastro se desvanece en el mundo, Twain fue un honorable marino de agua dulce, que navegó hacia New Orleans a los 22 años de edad, soñando en vano con llegar hasta América del Sur, para dedicarse luego a escribir. Su primer libro, La famosa rana saltarina del Condado de Calaveras y otros sketches (1867), fue publicado el mismo año en que Twain viajó a Europa. Los viajes sedentarios de la literatura y los viajes físicos alrededor del mundo, decidieron la fortuna del escritor y de nosotros, sus lectores, que aún lo recordamos cien años después de su muerte.

A continuación publicamos este texto publicado en El Mundo.es de España

El primer escritor americano
por VIRGINIA HERNÁNDEZ

Para muchos Mark Twain es sinónimo de novelas juveniles y largas tardes de agosto, pero lo cierto es que el escritor de Misuri está considerado uno de los más importantes de la literatura estadounidense. Twain, seudónimo de Samuel L. Clemens (1835-1910), ya fue popular cuando estaba vivo (algo que entonces experimentaban muy pocos) y supo retratar —y criticar— como nadie las injusticias de su época y de su tierra, el sur de EEUU: el racismo, la segregación, el maltrato, el odio, los excesos…

El autor, considerado el Charles Dickens del nuevo mundo, fue maestro de maestros. Buena prueba de ello son los elogios de escritores que supusieron tanto para el siglo XX como William Faulkner, Norman Mailer o Ernest Hemingway. «Fue el primer escritor verdaderamente americano y todos nosotros somos sus herederos», dijo el autor de 'Luz de agosto' o 'Mientras agonizo', sureño como Twain y tan curtido como reportero como lo estuvo su antecesor. Para Mailer «la prueba de lo buena que es 'Huckleberry Finn' es que puede ser comparada con las mejores novelas modernas». Algo que compartió el escritor de '¿Por quién doblan las campanas?': «Toda la literatura moderna americana procede de un sólo libro de Mark Twain titulado 'Huckleberry Finn'. Todos los textos estadounidenses proceden de este libro. No hubo nada antes. No ha habido algo tan bueno desde entonces».

Aunque con su habitual ironía, Twain aseguró que «un clásico es alguien a quien todo el mundo querría haber leído pero que nadie quiere leer», Huckleberry, el espíritu libre que acompañó a Tom Sawyer y ayudó a escapar al negro Jim, nos muestra las miserias humanas sin reparar en remilgos absurdos. Aunque acaben en la moraleja que la conciencia de Twain imprimió a su vida. Sus personajes no tienen la misión divina de buscar la justicia y seguir el camino recto; son criaturas y por ello sienten envidia, ira y quieren, como fin último, salvar su cuello. Así lo expresó en 'Los inocentes en el extranjero', el libro de viajes que salió de su periplo por Europa y los territorios palestinos: «Y así va el mundo. Hay veces que deseo que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco». No confía en los humanos, pero espera poder hacerlo.

Sus vivencias marcaron sus escritos. La infancia de niño enfermo y la pérdida de su padre labró sus inicios. Su trabajo como práctico de un vapor del Misisipí, su labor como reportero del periódico de su hermano, la Guerra de Secesión, los éxitos, sus viajes, la pérdida de su esposa y de tres de su cuatro hijos, su riqueza y su ruina. Un recorrido vital que fue afianzando su vena más sarcástica y que rozó con la amargura. Su legado más ácido llegó después de su muerte. Los albaceas publicaron de forma póstuma su autobiografía y los textos más críticos que muestran su tormento: hasta 1946 no vieron la luz 'Cartas desde la Tierra', en las que el propio Satanás se plantea la relación entre Dios y los hombres. «Ellos rezan por ayuda y favor y protección cada día; y lo hacen con confianza a pesar de que ninguna oración ha sido jamás contestada».

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