viernes, 17 de diciembre de 2010

Y brillaban las estrellas...

Laura Fernández

Uno de los más bellos y desesperados cantos de amor que alguien jamás podrá olvidar es "E lucevan le stelle", interpretado por el inmarchitable tenor Luciano Pavarotti.


Pavarotti con su bellísima voz imprime a esta aria de la ópera Tosca,de Puccini, dulzura, fuerza y nervio. No es sólo técnica, es pasión al cantar con ese timbre tan bello como inconfundible. Aún si no se conoce la letra, su sola voz llena de dramatismo y sacude los sentimientos de quien la escuche. Permite sentir el desgarro, la tristeza absoluta que vive el artista que condenado a muerte, ya no verá más a su amada.

Para mi esta aria es la joya, el tesoro, de la ópera Tosca. Llega casi al final de la ópera. Caravadossi, un artista perseguido, se encuentra a solas en su celda, donde se encuentra encarcelado. De su carcelero ha conseguido papel y pluma para por última vez escribir una carta: ha sido cruelmente torturado y condenado a muerte, quiere despedirse de su amada Tosca. Escribiendo en el desespero del adios, de un apasionado sollozo brota esta aria en la que se cruzan los sentimientos y recuerdos del amor vivido que nunca más podrá ser.

Revive los momentos que vivió junto a ella, el fulgor de las estrellas durante la impaciente espera, el olor a tierra y perfumes del jardín, y de ese recuerdo hermoso surge desgarrador el miedo a la muerte y su grito desesperado de amor por la vida.

En lo particular, a mi la interpretación que mas me emociona, que me hace vivir ese amor y ese desesperado adios hasta las lágrimas, es la realizada por Pavarotti. Creo que convirtió este aria majestuosa en una bendición para nuestros canales auditivos. Las he escuchado casi todas, con el gran Enrico Carusso, con Alfredo Krauz, Mario Lanza, Giuseppe di Stefano, Plácido Domingo,y con Jose Carreras. Ninguno imprime la gama de emociones que encuentro el gran tenor que se atrevió a hacer de la ópera un canto bello para las masas y sacarla del exclusivo lugar delas élites culturales. La gestualidad, la mirada, la voz de Pavarotti es inigualable.



LETRA DE "E LUCEVAN LE STELLE"

Y brillaban las estrellas
y olía la tierra…
chirriaba la puerta del huerto
y unos pasos hacían florecer la arena…
Entraba ella fragante
y caía entre mis brazos…
¡Oh dulces besos,
lánguidas caricias!
Mientras yo estremecido
las bellas formas iba desvelando…
Para siempre
desvanecido mi sueño de amor…
Ese tiempo ha acabado…
¡y voy a morir desesperado!
¡Y jamás he amado tanto la vida!


De Wikipedia obtengo la siguiente sinopsis que aqui dejo: "Tosca es una ópera en tres actos, con música de Giacomo Puccini y libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Fue estrenada con éxito en Roma, el 14 de enero de 1900, en el Teatro Costanzi. El texto de la obra está basado en un intenso drama, La Tosca, de Victorien Sardou, presentado en París en 1887, donde actuaba la gran actriz Sarah Bernhardt.

Tosca es considerada una de las óperas más representativas del repertorio verista italiano, por su intensidad dramática, violencia y por contener algunas de las arias más bellas del repertorio. El argumento combina intriga, violencia y pasión. Junto a Madama Butterfly y La Bohème, integra el trío de óperas más conocidas de Puccini.
Musicalmente, la obra se mantiene en el estilo desarrollado por Puccini hasta el momento: continuidad del discurso musical, roto apenas por una o dos arias. Las escenas más impactantes son el Te Deum del final del primer acto, y las arias Vissi d'arte (para Tosca) y E lucevan le stelle (para Mario). Dramáticamente, el segundo acto es de una intensidad inigualada por otra obra de Puccini.

La acción transcurre en Roma, el 14 de junio de 1800, cuando Napoleón vence a Austria en la batalla de Marengo.

El triunfo del escribidor


Vargas Llosa ha tenido la originalidad de considerarse un instrumento al servicio de la lengua y de su tiempo
Publicado en El Periódico.com, de México
Viernes, 8 de octubre del 2010
Juan VilloroEscritor

n 1974, a los 18 años, acompañé a mi padre en un viaje a Lima y lo convencí de que dedicáramos una tarde a buscar la apartada escuela Leoncio Prado, donde un cadete había sufrido suficientes humillaciones para convertirlas en gran literatura. Ya al anochecer, divisamos los farallones de un sitio inhóspito, que parecía más un presidio que una escuela. El exalumno cuyo libro fue quemado en el patio de ese colegio era Mario Vargas Llosa.

La ciudad y los perros fue una novela decisiva para mi generación. Los cambios de puntos de vista, los monólogos que se intersectan y el mundo de la juventud visto con la fiereza de quien ha perdido sus esperanzas en la sordidez, hicieron que fuera la Biblia de quienes nos iniciábamos en la desmesura de escribir.

Conversación en La Catedral, Los cachorros, La casa verde y La guerra del fin del mundo ampliaron ese horizonte narrativo, combinando complejas estructuras con un estilo llano, de engañosa sencillez. El autor se complicaba la vida con gusto al imaginar las tramas y se la facilitaba con más gusto al contarlas. La estructura se refractaba en planos muy diversos y contrastados, mientras la prosa fluía como una conversación. Un caleidoscopio descrito en tono de tertulia. La mezcla producía el sello distintivo del mayor novelista social de nuestro tiempo.
Hace 20 años que Vargas Llosa merecía el Nobel. En medio siglo su teclado no ha dejado de echar humo. El admirable arco de su producción va de Los jefes a la crónica del domingo pasado. En el trayecto, el incombustible escritor ha vivido como si el tiempo y la edad no existieran, sin perder su voraz curiosidad.

En una ocasión coincidí con él en un encuentro de escritores en Cali, Colombia. Eran años duros en los que aún se sentía la impronta de Pablo Escobar. Vargas Llosa viajaba con escolta especial. Lo acompañé en la camioneta que le había asignado el Ejército. Iba con el aplomo con que recorrió Perú en su campaña presidencial, sin pensar que podían matarlo. Alguien sereno en situaciones extremas, el narrador que no pierde el enfoque en el ojo del ciclón.

Cabrera Infante, que lo quiso mucho, dijo con ironía, acaso pensando en él: «Hay autores que se la pasan elogiando a Flaubert y publican más queBalzac». Lo decisivo en Vargas Llosa es que ser prolífico no ha disminuido su sentido del riesgo. Le gusta escribir mucho. Mejor para nosotros. Esta pasión se extiende al fútbol, los toros, el teatro, la comedia humana y la lectura.

Cuando coincidí con él en Berlín, comentó que aprendía alemán para leer en original a Thomas Mann. Su sostenido aprendizaje lo ha llevado a agotar bibliotecas enteras para escribir sobreFlaubert, García Márquez, Arguedas, Onetti, Tirant lo Blanc, Sartre y Camus e Isaiah Berlin.También lo ha hecho salir de casa para buscar verdades incómodas en África, Irak o las montañas peruanas dominadas por Sendero Luminoso. Sus crónicas han dejado constancia del gozo con que asume los divertidos desperfectos del destino.

Su radar de lector ha registrado clásicos indiscutibles, pero también a algún best-seller de ocasión, que lo cautiva sin prejuicios, o a autores mucho más jóvenes que él. Entre otros, el chileno Alberto Fuguet, el colombiano Héctor Abad Faciolince o el español Javier Cercas le deben vindicaciones memorables.

Hace algunos años presenté en México La fiesta del chivo. Como siempre sucede con Vargas Llosa,el acto derivó en un mitin. Había pancartas en favor o en contra de Fidel, citas de su descripción del PRI como «la dictadura perfecta». Poco antes de empezar, nos reunimos tras bambalinas con un actor que iba a representar al dictador Trujillo. Con cierto protagonismo, el actor advirtió al novelista que lo admiraba, pero repudiaba sus ideas políticas. Se hizo un silencio incómodo y algunos esperaron el gesto de soberbia del intelectual ofendido. Nada de eso: Vargas Llosa dijo que le encantaba estar con quienes pensaban diferente.

«¿En qué momento se jodió el Perú?». Esta frase de Conversación en La Catedral es el ábrete sésamo de América Latina. El narrador investiga una realidad que duele. Va a hablar de un mundo jodido. Ese mundo importa tanto que amerita 600 páginas. En traspatios y arrabales Vargas Llosaencontró su poética de la devastación. Ese mundo roto merecía el fervor de la crítica y una mirada que descubriera su belleza.
La tía Julia y el escribidor describe los afanes de un autor sometido a las exige
ncias del multiempleo. Poco a poco, el protagonista muestra una personalidad escindida, primero confunde a sus personajes y luego confunde su destino con un guión. Varias veces, Vargas Llosa se ha descrito como «escribidor», una manera cortés de poner el acento en el esfuerzo, el oficio artesanal, y no en su excepcional talento.

No se reinventa el mundo sin originalidad, pero Vargas Llosa ha tenido la originalidad de considerarse un instrumento al servicio de la lengua y de su tiempo, el escribidor que recoge las voces de los otros. En su nombre, la Academia sueca ha honrado a un pueblo de 500 millones. Escritor.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Retrato del desespero wayuu



Laura Fernández

Retrato de la desolación Guajira. Siempre creyeron los wayuu que si un día salían de su desierto, sería siguiendo el rastro del agua, no huyendo de ella. Ahora son refugiados climáticos. Y llegan a una ciudad como Maracaibo que ni les gusta ni gusta de ellos. Solo una esperanza en sus corazones, el día que regresarán a esa tierra ahora devastada para volver a pastorear un rebaño, cultivar el maíz y seguir tejiendo con sus chinchorros el descanso de los hombres. Y un peso sobre sus hombros: volver a empezar de cero. Titánica tarea de la que están curtidas sus experiencias. No por ello deja de ser difícil.


La foto es cortesía del periodista Leonel Enrique López, del periódico indígena WAYUUNAIKI.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La Guajira bajo aguas (La furia de Juya)


En La Guajira de pronto todo se hizo agua. La sabana de infinitos horizontes con sus cactus y cardonales. Los caminos de arena y silencio abrumador. Las casas y chozas en cuyo interior tienen lugar los gestos de amor y convivencia de su gente. Los corrales y los cultivos.

La Guajira donde las lluvias son tan escasas, donde su gente baila la yonna invocando el espíritu de Juyá, deidad de la lluvia y la fertilidad, para poder cultivar, ahora está bajo aguas. Es como decía un amigo, Cristian Espinoza, "cuando no llueve nada, entonces le cae un diluvio". No hay carreteras, solo agua. No quedan cultivos, están tapiados por el agua. Cientos de rebaños de ovejos, reses, cerdos, ahogados en la noche devastadora que aún no culmina. Las trochas de barro, las carreteras de asfalto son rios furiosos. Y la gente atrapada, intentando por todos los medios salir. O ser auxilada. Todo es agua y desespero. Tristeza y rabia. Agua y miseria. Incluso lo que parece tierra, no lo es.

Tres meses de lluvias continuas,tres meses con autoridades indiferentes, o en todo caso, poco ocupadas en darse cuenta lo que era previsible. La Guajira se inundaría. En apenas dos días, del sábado 4 al domingo 5 de diciembre, las aguas bajaron violentas desde las serranias del Guasare, corrieron por el río Limón y el Paraguachón, y se internaron por Carrasquero, Molinete, Sinamaica,Varilla Blanca, Jaguasirú, Yauriuna, Yruamana, El Cero, Camama, Carretal. Nada quedó a salvo. Todo fue arrasado en esta embestida de la naturaleza.


Algunos amigos en Maracaibo y del país se sorprendieron al ver las imágenes de campos inundados, casas con el agua hasta los techos, gente en procesión arrastrando lo poco que les queda. Y eran esas escenas de la naturaleza que por muy devastadoras, no se acercan ni un poquito a lo que vive la gente, sin casas, sin siembras ni rebaños, sin sueños y con mucho miedo al abandono que tan conocido les es. Ahora vendrá ayuda oficial mientras bajan las aguas. Después, puede que todo sea igual. Un olvido. Ojalá no ocurra así,pero la duda es difícil de erradicar porque ha sido esa la vivencia guajira.

Y tanto como llama la atención el desconocimiento de la gente sobre la grave tragedia que vivía la Guajira, sorprendía aún más el silencio atronador de los medios de comunicación que poco o nada informaban de la situación de emergencia guajira.

Golcar Rojas,periodista y acusioso observador de los hechos, se preguntaba por qué la tragedia de La Guajira, que incluso empezó antes y con más fuerza que la de otras zonas, no ha tenido la misma repercusión en los medios. Y cuando hablan de ayuda y centros de acopio tampoco pareciera ser tomada en cuenta con la misma urgencia que el resto de regiones afectadas.

¿Qué hace entonces que la tragedia provocada por las lluvias en Miranda, Falcón, Vargas, sea más reseñada por los medios de comunicación social del país, oficiales y privados, que la tragedia que esas mismas lluvias originan en Guajira? Porque se informa tan poco y tan breve sobre la pesadilla wayuu?

La Guajira como Falcón tiene 90% de su territorio bajo las aguas. Hay dos vías para llegar a la Guajira. Carrasquero y Sinamaica. De las Cruces hacia Carrasquero y Guana no hay paso, la carretera fue arrasada por las corrientes del río Limón en más de 10 tramos. No quedan fincas ante el ojo humano, solo un horizonte de aguas abarcándolo todo, invadiéndolo todo. Es agua por todas partes, aún lo que parece tierra no lo es. El domingo 5 de diciembre se desbordó la represa de Tulé que abastece a Maracaibo, uno de sus diques cedió y sus aguas corrieron más de 100 kilómetros destruyendo hatos, vías, cultivos, rebaños, hogares y esperanzas. Llegaron a Sinamaica y grosera se metió en las casas. Las poblaciones de esa serranía fueron evacuadas en helicópteros. Carrasquero desde esa noche se hizo una historia de temores y pesares. La pesadilla que por siempre habita oculta la memoria de su gente, se hizo realidad. Las aguas superaron el muro de contención que todos los años, desde que tenemos memoria, amenaza con inundarla y arrasarla, las aguas pasaban por encima de su puente y arrebatadas entraron al pueblo. .En Sinamaica, el hogar de los añú, ya no sabe donde termina la laguna y donde comienzan las calles de asfalto del pueblo. Las lanchas donde los turistas pasean la milenaria laguna recorren las calles desesperadas de la gente del pueblo en ejercicio de evacuación. Los añú han hecho de las aguas su tierra firme, pero no la tragedia. Y los wayuu, gente de tierra firme, no se habitúan a las aguas a mitad de su cuerpo. Pero las prefieren ahora antes que abandonar lo poco que les queda. Permanecen en las carreteras hombres y jóvenes, resguardando los pocos enseres que la corriente les ha dejado a salvo. Es un paisaje dantesco, desolador. Tanta miseria y tanto olvido juntos.

Se dice que 87 mil mil de los 120 mil hermanos guajiros que habitan este territorio ancestral, están hoy damnificados. Algunos en escuelas y cuarteles militares. La gran mayoría salió de sus casas y sus fincas, y viven como desplazados climáticos en los hogares de sus familiares en Santa Cruz de Mara o Maracaibo.

Yo sé que no se puede decir que una tragedia es mayor o menor que la otra. Son iguales. Pero uno se pregunta por qué el dolor guajiro no afecta al venezolano y a los medios igual que el resto del país? Se acordó el presidente y vino entonces. Y solo así acudieron los medios y retrataron para todos el tamaño de la catástrofe.

Y cuando pasen las lluvias, cómo volverá el guajiro a su vida? Mientras la solidaridad del pueblo venezolano se hace presente con aportes en comida y ropa, el aire guajiro, el infinito wayuu se llena de oscuras bandadas de zancudos y jejenes que mantienen aprisionada a la gente en el calor de sus chozas. Uno espera que la atención sanitaria actúe a tiempo y evite la propagación de enfermadades como el dengue, diarreas, fiebre amarilla.

No recuerda la Guajira una inundación de esta magnitud en toda su historia. Juya embravecido.

Laura Fernández. Foto cortesía de Gustavo Bauer

Él no es Madona, él es Jesús


Andar por ahí con Jesús es como andar con Lady Gaga o Madona de compras. Las miradas de la gente se detienen insistentes en él, niños o adultos, en algunas veo cosas que me gustan para él, en otras me sofoca la rabia. Pero andar con él por ahí es una rica experiencia de amor y hermandad por su inaplazable necesidad de dar y recibir cariño. Andar con él es una fiesta para el corazón y el alma, una risa abierta y sonora porque le dio la gana ponerse medias distintas para rabia de Tana, porque se entrega a sus afectos sin nada a cambio, porque no maquilla sus sentimientos.

Andar con Jesús cualquier tarde, cualquier hora en cualquier lugar, más allá de las miradas de apoyo o las cargadas de indiscreción que él capta en silencio y esquiva también en silencio, es como abrigarse con él en sus irrenunciables y salvadoras rutinas no siempre comprendidas, maravillarse con su entusiasmo cotidiano ante la comida y dejarse arrastrar por la desarmante obligación que nos impone de ir cada fin de semana al centro comercial a comer helados y tequeños. Y sé que con amor, todos en la familia, le hemos salvado de la soledad del que ha sido etiquetado o se sabe distinto, que bien lo entiende también calladito. Aunque a veces se largue un sonoro "Emadre" "Ico" cuando se le hacen insoportables las miradas ajenas que le miran como si fuera un extraterrestre. Mi hermano JESUS, mi ángel sagrado, es una isla de amor y ternura en este mundo tan arisco y superficial. FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANO!!!!!!!Eres el más especial de los hermanos y de los ángeles que la vida nos ha obsequiado. Te queremos y amamos!!!!


Laura Fernández

martes, 30 de noviembre de 2010

Quiero vivir en el ipod

Hay días que llegan como un milagro de asombros y alegrías. Otros, otros días solo provoca vivir en el ipod o youtube. Mudarse a ellos, exiliada en la música.La realidad es como un reloj con alarma. Despierta sin pìedad. Cruda y con sobresaltos estos últimos tiempos en Venezuela. Como queriendo arrasar con sueños y esperanzas. Por eso escucho música, revitaliza el alma, le da fuerzas y nos hace sentir poderosos. Algo se reacomoda siempre en uno cuando los músicos inventan la dicha de querer conquistar el paraiso. Como esta maravillosa pieza de Vangelis.

Laura Fernández

lunes, 22 de noviembre de 2010

Wilmer in memoriam



52 cumplirías hoy hermano amado. Pero decidiste marchar por el camino del viento abrazado a una noche de luna llena. Y entonces mi Wilmer, te convertiste en infinitud de memorias y paisajes en cada uno de nosotros. Duele tu adiós. Duele tu despedida, pero seguimos encontrándote en los campos sembrados de maizales donde los pájaros hacen algarabía, en los ojos sencillos de la gente buena que siembra con amor, en las profundidades de tu pícara voz. Seguimos asombrados a tu lado sin que lo sepas oyendo con más asombro maravillosos relatos que hablan de tu talla de hombre bueno y grande … Y si hoy no te visito en el lugar que supone la gente es tu última morada, es porque sabes que la tuya la llevo en el corazón e inscrita va en la memoria, donde tu recuerdo aflora nítido y luminoso. Y ésta Wilmer, es una morada de puertas abiertas y ventanas con cielo. De memoria sin fin. Jepira abraza tu encuentro. Nosotros te abrazamos cerquita del corazón. Todos estos corazones y el mio te seguimos deseando feliz viaje!

Laura Fernández

viernes, 5 de noviembre de 2010

La "i griega" se llamará "ye". Lo nuevo de la Real Academia Española

La nueva Ortografía de la Real Academia Española fija la denominación de algunas letras, cambia "quorum" por "cuórum" y elimina las tildes de "solo", "guion" y "o" entre números

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 05/11/2010

La i griega será ye, la b será be (y no be alta o be larga); la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto; se elimina la tilde en solo y los demostrativos (este, esta...) y en la o entre números (5 o 6) y quorum será cuórum, mientras que Qatar será Catar.

La nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española, que se publicará antes de Navidad, trata de ser, como dice su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, "razonada y exhaustiva pero simple y legible". Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. Por eso el académico insiste en que plantea innovaciones y actualizaciones respecto a la anterior edición, de 1999, pero no es, "en absoluto" revolucionaria. Gutiérrez Ordóñez se resiste incluso a usar la palabra "reforma".

Con todo, al director del Departamento de Español al Día de la RAE no se le escapa que los cambios ortográficos provocan siempre resistencias entre algunos hablantes. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico que ha buscado la Comisión Interacadémica de la asociación que reúne a las Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (la Rioja) aprobó el texto básico de la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el 28 de este mes en la Feria del Libro de Guadalajara (México) durante el pleno de las 22 academias, estas son algunas de las "innovaciones puntuales" aprobadas esta semana y destacadas por el propio Gutiérrez Ordóñez.

La i griega será ye. Algunas letras de nuestro alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y; ceta, ceda, zeta o zeda para z. La nueva Ortografía propone un solo nombre para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo, yegua), de ahí su nuevo nombre, mayoritario además en muchos países de América Latina. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.

Ch y ll ya no son letras del alfabeto. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras del alfabeto, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, pues, las letras del abecedario pasan a ser 27.

Solo café solo, sin tilde. Hay dos usos en la acentuación gráfica tradicionalmente asociados a la tilde diacrítica (la que modifica una letra como también la modifica, por ejemplo, la diéresis: llegue, antigüedad). Esos dos usos son: 1) el que opone los determinantes demostrativos este, esta, estos, estas (Ese libro me gusta) frente a los usos pronominales de las mismas formas (Ese no me gusta). 2) El que marcaba la voz solo en su uso adverbial (Llegaron solo hasta aquí) frente a su valor adjetivo (Vive solo).

"Como estas distinciones no se ajustaban estrictamente a las reglas de la tilde diacrítica (pues en ningún caso se opone una palabra tónica a una átona), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente para las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré solo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, se acuerda que se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad", esto dice la comisión de la nueva Ortografía, que, eso sí, no condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde en caso de ambigüedad. Café para todos. No obstante, la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos.

Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba "monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras". Sin embargo, permitía "la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que en estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y "condena" cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, "escribir guión será una falta de ortografía".

4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva no ha perdido de vista la moderna escritura mecánica: de la ya vetusta máquina de escribir al ordenador. Hasta ahora, la conjunción o se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Era una excepción de las reglas de acentuación del español: "era la única palabra átona que podía llevar tilde". Sin embargo, los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor".

Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. "En nuestro sistema de escritura la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior: "Deberá hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (Qatar y quorum, en cursiva y sin tilde)".

La forma de mi corazón

Esta canción ha estado en mi cabeza todo el día. La guitarra es soberbia, acordes que van como un flechazo ardiente al corazón. La melodía es de Dominic Miller, guitarrista del grupo de Sting y su amigo. Me gusta la letra de Sting por su transparencia, su honestidad, por el simbolismo de las cartas con los sentimientos y porque finalmente, a estas alturas de la vida quienes amamos no queremos máscaras, no buscamos ganar batallas, ni poder o grandes riquezas, sino entender la forma de nuestro sentir, descifrar algunos de sus códigos. Y poder sentir sin miedo a ser vulnerables. Y eso como el juego de cartas, será siempre un peligro, un destino incierto, un riesgo, una intuición, una corazonada.

Esta canción nos toca a muchos. La letra habla del jugador de cartas, que las reparte como una meditación, no para ganar dinero ni respeto ni guerras. Lo hace para "encontrar la respuesta, la geometría sagrada de la oportunidad, la oculta ley de resultado probable...y si te digo que te amaba, quizás pensarías que algo estaba mal, no soy un hombre de muchos rostros, la máscara que uso es una"....un genio Sting

Laura Fernández

jueves, 4 de noviembre de 2010

Think different, soy un HACKINTOSH


La realidad económica del país, la recesión enardecida que ha consumido el bolsillo de todos, ha obligado (y aplaudo la iniciativa) de "innovar" para poder hacernos la "ilusión" si se puede llamar así de tener un mac.

¿Es culpa de la piratería?, depende del ángulo en que se vea. Las grandes empresas de software a nivel mundial, adoptaron el capitalismo como medio de enriquecerse, ofreciendo productos con cronograma de presentación, dejando de lado y al olvido anteriores productos que realizaban las mismas tareas, algunas veces con mejor desempeño que las supuestas "actualizaciones", además de conocer muy bien el aprovechamiento desmesurado de parte de estos desarrolladores al colocar precios EXORBITANTES a sus productos.

Años atrás los diseñadores fantaseábamos con la idea de poder instalar un sistema operativo Mac OSX en un pc, que si bien mac es una gran plataforma para el diseño, su uso optimo de memoria y la elección de dispositivos de parte de Apple para hacerlo correr era la mejor, su precio siempre es excesivamente alto, en relación al poder adquisitivo por arte o proyecto realizado en el, y la inversión se devaluaba sumamente rápido. VIRTUALIZAMOS EL SISTEMA con el engorroso VMWARE o con QEMU para windows, usamos VIRTUALBOX con una serie de comandos para ejecutarlo con imagenes "PARCHEADAS", en fin... muchas formas de hacerlo operativo en un pc, no siendo de ninguna manera eficientes y sufriendo las consecuencias de una relentización del sistema y degradación de la velocidad del mismo.

Apple en mi opinión, cometió un error, para fortuna de nosotros los plebeyos, se cambió de MOTOROLA a INTEL y voilá!!!! gente seria de la escena del UNIX (conociendo que el núcleo del sistema del OSX es UNIX DARWIN LIBRE) se ha encargado de generar distribuciones totalmente funcionales del Mac OS, comenzaron gateando por Phanter y ahora tenemos un poderoso SNOW LEOPARD X86 que activa todo el hardware (compatible).

No me siento orgulloso, pero tampoco mal, he instalado el sistema en mi computador personal y opino que si bien no es un mac comprado de la fábrica, es un poderoso core2duo con 4gb de ram y 250mb de video nvidia y a todo el que sepa algo de esto o se haya sentado en un mac imac 22 o 27 pulgadas, le puedo decir que esta configuración que poseo es superior en creces, en velocidad y tiempo de carga que una mac salida de fábrica.

ANIMATE, THINK DIFFERENT, ARMA UN HACKINTOS.

Carlos Raffe

viernes, 29 de octubre de 2010

Confesaría mis emociones



Confieso que escuchando la intensa, poderosa sutileza de esta música de Philip Glass y Ravi Shankar, podría hacer una confesión completa no de mis pecados, sino de mis emociones
Laura Fernández

Lo desconocido fue mi brújula, Anais Nin


"Yo me he concentrado tanto en mi sexto sentido, que he desarrollado una visión que va más allá de los hecho reales, con el propósito de experimentar nuevas sensaciones. Es posible que jamás haya aprendido los nombres de los pájaros, para poder luego descubrir el pájaro de la paz, el pájaro del paraíso, el pájaro del alma y el pájaro del deseo. Es posible que haya evitado aprender los nombres de los componentes y su música para poder así cerrar los ojos y escuchar mejor el misterio de la música, como si fuera un océano. Es posible que no haya aprendido las fechas de la historia, para llegar a la esencia de la eternidad. Es posible que no haya aprendido la geografía para poder trazar el mapa de mis propios itinerarios y descubrir mis propios territorios. Lo desconocido fue mi brújula, mi enciclopedia, mi ciencia y mi progreso."

martes, 14 de septiembre de 2010

Mario, gracias por el fuego


‎"Me gustaría / mirar todo de lejos / pero contigo"
(Mario Benedetti. 1920-2009)
Un día como hoy, el inolvidable Benedetti cumpliría 80 años. Y un poco de fuego del suyo volcado en palabras, alimentaria nuestro sentir.

Desde que me cansé de buscar
he aprendido a hallar... Nietzsche

Imaginaciones horribles


"Uno de los hábitos de la mente es la invención de imaginaciones horribles. Ha inventado el Infierno, ha inventado la predestinación al Infierno, ha imaginado las ideas platónicas, la quimera, la esfinge, los anormales números transfinitos (donde la parte no es menos copiosa que el todo), las máscaras, los espejos, las óperas, la teratológica Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espectro insoluble, son articulados en un solo organismo...

Yo he procurado rescatar del olvido un horror subalterno: la vasta Biblioteca contradictoria, cuyos desiertos verticales de libros corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira."
JORGE LUIS BORGES


1934; Sur, N° 59, agosto de 1939

jueves, 29 de julio de 2010

Tu firma por la paz de Afganistán



Afganistán, 3 décadas de guerra y violaciones a los derechos humanos, de atrocidades que siguen impunes. Algunos de los responsables de estas violaciones son diputados en el Parlamento afgano o tienen cargos de poder en el actual Gobierno. Mientras la sociedad civil afgana lucha para que se haga justicia, la Unión Europea y los Estados Unidos continúan apoyando al Gobierno y Parlamento afgano. Es parte de la campaña "LO TIENES QUE PARAR", lee el manifiesto y firma. Tu firma ayudará a que las demandas de las víctimas en Afganistán se puedan hacer realidad

Y de regalo, lo que le queda de vida


Héctor Torres es uno de los escritores y cronistas más agudos a la vez que sensibles de la nueva narrativa venezolana. Y aunque con varios libros publicados, entre ellos La Huella del Bisonte, escribe semanalmente para PRODAVINCI sus crónicas sobre la violencia en Caracas. Y cada una es una sorpresa que nos mantiene atados hasta la última línea, entre el suspenso y la esperanza. A veces acabamos hundidos en la tristeza de reconocernos en nuestra realidad diaria, la de esta Venezuela dolida e indolente, que prefiere caminar a prisa sin mirar a los lados y así intentar no perturbarse demás con la tragedia ajena. Desconociendo que es la tragedia de cada uno.

En las últimas crónicas de Héctor Torres hemos tropezado con historias de finales felices, finales tan extraños de hallar en una ciudad violenta como Caracas, donde nadie sabe cuando lo apagan, y otro día de vida puede ser simplemente un gran regalo… Relatos que nos abren un espacio para la esperanza. Él reconoce que le gusta encontrar refugios donde cultivar la fe en un país posible. "Me gusta buscar ese ángulo en nuestras pequeñas tragedias cotidianas que también produce esperanzas, porque no está carente de belleza. Y siento que encontrando ese ángulo le rindo un modestísimo tributo a las víctimas de la violencia cotidiana de nuestra ciudad.
Es decir, un poco de esto pero también otro poco de aquello"...
Laura Fernández

A continuación esta magnífíca crónica.


Los taxistas son los sismógrafos de un submundo que, como los icebergs, muestra apenas un minúsculo pedazo de cuanto esconde en sus entrañas.

Por Héctor Torres | 20 de Julio, 2010

Si es por tener cosas qué contar, los taxistas podrían ser de esos escritores que desconocen ese temible enemigo conocido como la hoja en blanco.

Geólogos del latir de la calle, los taxistas son los sismógrafos de un submundo que, como los icebergs, muestra apenas un minúsculo pedazo de cuanto esconde en sus entrañas. Son los chamanes del Abracadabra que hacen aparecer, ante los ojos del que los escucha, una ciudad usualmente escondida.

El taxista viejo es un guerrero curtido, un cazador mañoso. Si hay un oficio duro, es ese. Para lidiar todos los días contra los tataranietos de Atila (llámenseles motorizados), los autobuseros con su lógica de que el más grande siempre tiene el paso, las todopoderosas caravanas de “personalidades” y los fiscales de tránsito*, hay que pertenecer a una raza genéticamente tan blindada como la de las cucarachas.

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Y ni hablemos de su prodigiosa capacidad para sobrevivir al hampa.

***

Juan terminó siendo taxista como el que se descubre un día enamorado de una persona que hasta ayer odiaba. O el que termina viviendo en Güiria. Porque sí. Comenzó como una opción para ayudarse a flotar en una época difícil. Con el tiempo el sustantivo época fue relevado por el sustantivo vida y, como la carrera de un profesor universitario, lo que comenzó con unas horas a la semana terminó siendo un oficio a dedicación exclusiva.

La vida, ya se sabe, es de las que sueltan chistes de los que sólo ellas se ríen.

Master en eso de sobrevivir a la ciudad, sabe que en Caracas hay que dosificar la angustia. Más de veinte años atravesando las venas de Caracas frente al volante, lo han enseñado a no malgastar sus angustias sin motivos. El caraqueño vive asesinando su cuerpo bebiéndose todo el día un coctel de paranoia, rabia, impaciencia, ansiedad y terror, suele comentar a todo pasajero dispuesto a escucharle.

Y así como terminó de taxista porque sí, igualmente está vivo porque sí. Ocasiones para no estarlo le han sobrado en todos esos años. Lo han atracado con todos los métodos conocidos (hasta con una media de nylón atravesada en el cuello), ha sido el impensado transporte-rehén de una fuga, ha llevado heridos de bala al hospital, ha montado pasajeros que luego descubre que están siendo perseguidos a plomo limpio, y hasta una vez su carro terminó acordonado por una Unidad Antiexplosivos, por culpa de un maletín que dejaron olvidado en el asiento de atrás. El mismo en el que, todo hay que decirlo, también se han repartido amores y humedades.

Por eso cuando dice que está vivo, lo dice en letras mayúsculas.

Esa vida vivida en sus bordes le ha enseñado a tomar con humor los pequeños incidentes. Como esa vez que cuatro “funcionarios” de una policía no identificada lo detuvieron y le indicaron una dirección a la que iban a allanar. Y no le pare a semáforo, que usted está en comisión.

Por supuesto, no pagaron la carrera.

***

La mañana previa a amanecer con sesenta años, despertó sintiendo un inesperado rechazo a la idea de salir, como todos los días, a guerrear la calle. Puede que estuviera cansado de sospechar de los pasajeros y de tragar humo, pelear con motorizados y de los dolores en la pierna del clutch; pero sobre todo se descubrió aburrido de un oficio que ya no le deparaba sorpresas.

Decidió que ese sería el último día antes de guindar la armadura, y así se lo hizo saber a su mujer. Esta se quedó pensativa y luego dio un manotazo al aire, como queriendo espantar una idea odiosa.

***

Ningún hecho inusual coronaba su jornada de despedida del volante. Lo de siempre: colas, carreras, gente puteando al gobierno… Trabajó hasta las dos de la tarde y se fue a su casa a comer y descansar. Volvió a la calle a las seis. Calculó que con suerte, a eso de las doce ya estaría en su cama.

Cerca de las once recogió a un tipo por los lados de Chacao. Trigueño, unos treinta años, cara grande, una chaqueta larga. Un tipo como cualquiera que puede estar en la calle a esa hora de un jueves.

¿Cuánto pa’ Plaza Sucre?

Cada taxista se mete a las zonas que conoce y Juan rueda tranquilo por las calles de Catia. Dijo setenta para irse a casa luego de esa carrera. El tipo abrió la puerta de atrás sin chistar y, una vez adentro, ordenó escuetamente:

Súbeme el vidrio.

Veinte años llevando gente no han sido en vano. Juan reconocía a la solterona, al infiel, al paranoico, al alcohólico en crisis, al alucinado, al suicida, al que nadie lo espera en casa, al psicópata… y ese tipo que estaba en el asiento de atrás de su carro era, sin ninguna duda, un delincuente. Se siente en las feromonas, en la sudoración, en la mirada. Drogas, atracos, en algo sucio andaba ese tipo al que le dejaba la nuca a tiro en la última noche de su oficio.

Juan intentó un par de conversaciones que se estrellaron con el silencio de una sombra en el retrovisor. Al llegar a Plaza Sucre el tipo dijo dale más, que yo te aviso.

Rodaron un par de cuadras por unas calles que se volvieron repentinamente solitarias. Juan intentó bajar la velocidad. Dale, dale que yo te aviso.

Coño, pero ya vamos para Los Magallanes, y el precio es otro, se quejó Juan.

Deja la lloradera y dobla después de la otra, nojoda. Y cobra lo que te dé la gana.

Juan dobló donde le indicaron y el silencio expreso de la calle fue roto por el sonido de las ruedas pisando un gran charco, como si fuese una lancha encallando en la playa.

A pocos metros estaban tres tipos, que a todas luces esperaban al que acababa de llegar. Juan, nervioso, encendió la luz del techo. El tipo se bajó del carro tan aprisa que no vio la bolsa que se le salió del bolsillo de la chaqueta. Al oír la puerta cerrarse, Juan lo buscó por la ventana y lo perdió momentáneamente de vista.

De pronto se percató de la bolsa dejada sobe el asiento.

Sin entender del todo lo que pasaba, le quiso avisar del descuido…

¡Piérdete! Piérdete ya que estás vivo de vaina, le gritó el tipo mientras se alejaba.

Juan entendió que sí había pasado algo, no inusual, sino extraordinario en su último día de taxista. Alguien (y no sabía quién) le había regalado lo que le quedaba de vida. Podía aspirar a morir en su cama, en vez de hacerlo en una calle de Los Magallanes.

Las ruedas chillaron brevemente cuando aceleró.

Al encontrar un sitio con suficiente luz, detuvo el carro. Agarró la cabilla que lleva debajo del asiento y se acercó a la puerta de atrás con la cautela de quien va a sacar un borracho que se quedó dormido. Abrió la puerta y, sin soltar la cabilla, agarró la bolsa con dos dedos de la mano libre. ¿Esta vaina será droga?, se preguntó. Lo que falta es que me caiga la policía. Examinó su exterior hasta que sintió confianza para revisar su contenido.

Adentro había dos pacas. En una de ellas, en un conteo superficial, calculó más de cincuenta billetes de cien bolívares. La otra parecía más gruesa.

Rodó tratando de no pensar en nada hasta que llegó a una arepera de El Rosal. Allí comprobó que al menos uno de los billetes no era falso. Ordenó la otra arepa y luego ordenó cervezas, brindando por el regalo y por sus sesenta años. Pidió otro par de latas para llevar y se montó en su taxi. Rodaba sin destino preciso sintiéndose atravesar una cortina invisible que flotaba en la soledad de la madrugada.

***

Eran más de las cuatro cuando llegó a la Cota Mil. En El Mirador, sabiéndose el vengador hermético de los taxistas atracados, esperó ver al sol acercarse al galope por los lados de Petare. Pensaba en esa ciudad que todo te lo quita pero que un día hasta te celebra el cumpleaños, y se deleitaba con esos pálidos tonos naranja y verde que comenzaban a cocerse lentamente. Destapó la cerveza que guardó para la ocasión y concluyó, con una mezcla de felicidad y desconcierto, que esa era la vista de la ciudad que merecían los que ganaban la batalla. Luego se acomodó en el asiento para regalarse un par de horas de sueño.

Una vida regalada no hay que estarla cuidando tanto, pensó bostezando.

*******

* Contó cierta vez un taxista, que a su vez le confió un fiscal, que un día de cobro fueron llamados a formar en el patio, y una vez allí el comandante les advirtió: enviaron la quincena, pero no los cesta-tickets… así que vean cómo resuelven.

Papel y lápiz, por favor


Tomado de la página de PRODAVINCI (literatura en la web)

Una anécdota de García Márquez y otra de Paul Auster nos recuerda que una cosa es querer ser escritor, y otra escribir

Por Alberto Salcedo Ramos | 28 de Julio, 2010

Me contó Jaime García Márquez que en cierta ocasión iba paseando en coche por el Centro de Cartagena con su célebre hermano mayor. De pronto vieron a una mujer bella caminando por el andén. Gabo quiso decirle algo y por eso pidió que el coche se detuviera.

Los dos hermanos descendieron raudamente del vehículo. Y entonces, ¡oh, sorpresa!: la mujer ya no se encontraba en el lugar en el cual la habían visto segundos antes. Intrigados, emprendieron un barrido meticuloso por la cuadra, convencidos de que tarde o temprano la hallarían. Pero sus esfuerzos fueron vanos.

A partir de aquel momento Gabo empezó a fantasear con el destino que pudo haber tenido la mujer. Su imaginación delirante tramaba numerosas conjeturas sobre la misteriosa desaparición. Cada vez que se encontraba con Jaime añadía nuevas teorías, nuevos desenlaces posibles. Así, las conversaciones sobre el tema se convertían en un divertimento maravilloso.


Un día sucedió el milagro: Jaime iba caminando por la misma calle del Centro de Cartagena cuando vio a la mujer. Habló con ella, le pidió sus datos personales. En seguida buscó un teléfono para llamar a Gabo a su casa de México y darle la buena noticia. La respuesta que recibió desde el otro lado de la línea lo dejó de una sola pieza:

– ¡Pero qué pendejo eres!: me acabas de dañar el cuento.

De ese modo, Jaime confirmó que para su hermano mayor nada es tan importante como la literatura. Ni siquiera el hallazgo de la mujer más bella de la tierra.

II: Aquella noche de 1955, cuando apenas contaba ocho años, Paul Auster venía saliendo del estadio después de haber visto el partido de su novena favorita, Los Gigantes de Nueva York. De repente se topó con Willie Mays, la estrella del equipo. Sin pensarlo dos veces, Auster le pidió un autógrafo.

“Claro, niño, claro”, le respondió Mays. “¿Tienes un lápiz?” Desde luego, el niño no tenía un lápiz, y tampoco su padre, ni su madre, ni ninguno de los otros adultos que estaban abandonando el parque de béisbol. Mays se encogió de hombros, dijo que lo lamentaba mucho y se alejó. Paul Auster lo acompañó con la mirada hasta cuando se perdió de vista. Triste, frustrado. Esa misma noche juró que nunca más andaría por la vida sin un lápiz en el bolsillo.

Al cabo de los años llegó a la siguiente conclusión: “Si hay un lápiz en tu bolsillo, existe una buena posibilidad de que algún día te sientas tentado a usarlo. Me gusta decir que así fue como me convertí en escritor”.

Tanto la mujer misteriosa del primer relato como el lápiz en el bolsillo del segundo son testimonios fehacientes de la pasión por el oficio narrativo.

Conviene mirarse más a menudo en el espejo de estos escritores que siempre encuentran pretextos de sobra para trabajar, en lugar de encontrarlos para seguir anclados en los cafés explicándoles a los contertulios por qué no pudieron hacer la novela de sus sueños o por qué las musas conspiraron contra ellos.

Balzac lo expresaba de manera más ruda: “Lo único que importa es poner el trasero en la silla cuantas veces sea necesario”. La moraleja es inquietante: a cualquiera le dan ganas de ser escritor: lo jodido es sentarse a escribir.

lunes, 10 de mayo de 2010

Una lista, 10 libros de la narrativa venezolana en la década y una polémica de egos


Laura Fernández

Cualquier lista es siempre excluyente. Y arbitraria. De ellas me parece positivo cuando se hacen con libertad, sin prejuicios y elaboradas por personas con sólida solvencia intelectual y ética. Se ha presentado en el país una fuerte controversia entre escritores e intelectuales por la reciente publicación en “El Papel Literario” del diario El Nacional de una lista elaborada por 14 reconocidos intelectuales calificando y dando a conocer los 10 mejores libros, según ellos, producidos por la narrativa nacional entre 2000 y 2009.

Esta es la lista. Se encuestó a 14 personas que puntearon así:
1. Falke, de Federico Vegas. 100 puntos.
2. La enfermedad, de Alberto Barrera Tyska, 79 puntos.
3. La otra isla, de Francisco Suniaga, 70 puntos.
4. Lluvia, de Victoria De Stefano, 40 puntos.
5. Indio desnudo, de Antonio López Ortega, 39 puntos.
6. Puntos de sutura, Oscar Marcano, 37 puntos
7. Bajo tierra, de Gustavo Valle, 34 puntos.
8. Los invencibles, de Rodrigo Blanco Calderón, 29 puntos.
9. Mariana y los comanches, de Ednodio Quintero, 27 puntos.
10. El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga, 26 puntos.

Ésta claramente muestra una tendencia y unos gustos de 14 personas conocedores de la narrativa nacional. ¿Sobran nombres? quizá. Faltan? seguro. Creo que todo el que se considere conocedor en la materia y esté en desacuerdo con esta lista debería elaborar la suya y someterla al juicio público. Y argumentar con coherencia y no con sandeces.

En mi caso personal, que vivo en el interior donde no todos los autores y sus libros nos llegan y si llegan disponemos de escasos medios que promocionen su lectura, la lista y la famosa polémica me han servido de faro para desear correr a las librerías, buscar estos títulos, leerlos y gozarlos con deleite o sufrirlos con rigor. No me anima confrontar esta lista o elaborar una propia pues carezco del conocimiento requerido. Me alienta como lectora conocer la obra de los nuevos escritores venezolanos cuando creía que aparte de Suniaga, Barrera Tyska y Quintero, solo escribían y destellaban los de otros países vecinos y reconocer que en estos últimos años no todo se ha perdido en el país.

Gracias a las redes sociales, con admiración he descubierto en el último año la pluma de nuevos escritores criollos, sus relatos intensos, verticales, provocadores y ese maravilloso mundo de criaturas diversas y a veces imposibles conectadas sin embargo con todas nuestras emociones. Es el caso de Eduardo Sánchez Rugeles, ganador del Primer Premio de Literatura Iberoamericana “Arturo Uslar Pietri” con su novela Blue Label/Etiqueta Azul, que hoy comienza a publicarse en el país y pretendo comprar tan pronto llegue a Maracaibo. Y con la narrativa fiera de Héctor Torres. O con la hermosa y sentida poesía de Mharía Vázquez Benarroch.

Y me maravillo mirándome en sus historias contadas con voz de actualidad, reencontrándome con escenarios y sucesos donde todos nos retratamos en el dolor, en el desarraigo, en ese conflicto ahora casi permanente con nuestra idiosincrasia. Y a veces, después de leerlos, nos quedamos con la extraña sensación de vivir una pesadilla oscuramente triste, terriblemente cierta de la Venezuela subterránea, de la violenta realidad de una ciudad que palpita escondida en sus miedos y muchos prefieren ignorar. Historias maravillosamente escritas, espléndidamente narradas que se quedan colgadas en nuestra memoria por su belleza, su portentosa imaginación y, generalmente, porque duelen. Duelen mucho. Porque son extraídas de nuestra realidad y no nos son ajenas.

Por ello quiero compartir en este muro el artículo publicado por Sergio Dahbar con el cual rompe una lanza a favor de la polémica lista de narrativa del Papel Literario.

viernes, 30 de abril de 2010

Mark Twain: el primer escritor americano



Laura Fernández
Con motivo de celebrarse el día del Libro, insertamos el siguiente artículo sobre el mítico Mark Twain, considerado por escritores de la talla de Ernest Hemingay, "la piedra fundacional de la literatura moderna norteamericana".

Mark Twain nació en 1935 el mismo día que llegaba de visita el cometa Halley, y, curiosamente montado en su estela, nos abandonó 75 años después con la nueva aparición del cometa. Célebres son 'Las aventuras de Tom Sawyer' (1876) o 'Las aventuras de Huckleberry Finn'(1884), "El diario de Adan y Eva".

Twain fue capaz de escribir sin palabras de más cuando todos lo hacían. Fue capaz de llenar de humor lo que se asomaba como una tragedia (lo es que el indio Joe mate al doctor Robinson y que todos callen menos Huck, que sabe, como Tom, toda la verdad). Lo es la vida esclava de Jim, lo es la vida de Huck junto a su padre borracho.


Desde el 30 de noviembre de 1835, cuando nace en Florida (Missouri), hasta el 21 de abril de 1910, cuando muere en Elmira (N.Y.), la vida de Mark Twain, como la de cualquier otro hombre, estuvo cifrada por la plenitud, la adversidad y los giros de un calendario que le permitió vivir 74 años. Pero a diferencia de sus semejantes, invisibles cuando su rastro se desvanece en el mundo, Twain fue un honorable marino de agua dulce, que navegó hacia New Orleans a los 22 años de edad, soñando en vano con llegar hasta América del Sur, para dedicarse luego a escribir. Su primer libro, La famosa rana saltarina del Condado de Calaveras y otros sketches (1867), fue publicado el mismo año en que Twain viajó a Europa. Los viajes sedentarios de la literatura y los viajes físicos alrededor del mundo, decidieron la fortuna del escritor y de nosotros, sus lectores, que aún lo recordamos cien años después de su muerte.

A continuación publicamos este texto publicado en El Mundo.es de España

El primer escritor americano
por VIRGINIA HERNÁNDEZ

Para muchos Mark Twain es sinónimo de novelas juveniles y largas tardes de agosto, pero lo cierto es que el escritor de Misuri está considerado uno de los más importantes de la literatura estadounidense. Twain, seudónimo de Samuel L. Clemens (1835-1910), ya fue popular cuando estaba vivo (algo que entonces experimentaban muy pocos) y supo retratar —y criticar— como nadie las injusticias de su época y de su tierra, el sur de EEUU: el racismo, la segregación, el maltrato, el odio, los excesos…

El autor, considerado el Charles Dickens del nuevo mundo, fue maestro de maestros. Buena prueba de ello son los elogios de escritores que supusieron tanto para el siglo XX como William Faulkner, Norman Mailer o Ernest Hemingway. «Fue el primer escritor verdaderamente americano y todos nosotros somos sus herederos», dijo el autor de 'Luz de agosto' o 'Mientras agonizo', sureño como Twain y tan curtido como reportero como lo estuvo su antecesor. Para Mailer «la prueba de lo buena que es 'Huckleberry Finn' es que puede ser comparada con las mejores novelas modernas». Algo que compartió el escritor de '¿Por quién doblan las campanas?': «Toda la literatura moderna americana procede de un sólo libro de Mark Twain titulado 'Huckleberry Finn'. Todos los textos estadounidenses proceden de este libro. No hubo nada antes. No ha habido algo tan bueno desde entonces».

Aunque con su habitual ironía, Twain aseguró que «un clásico es alguien a quien todo el mundo querría haber leído pero que nadie quiere leer», Huckleberry, el espíritu libre que acompañó a Tom Sawyer y ayudó a escapar al negro Jim, nos muestra las miserias humanas sin reparar en remilgos absurdos. Aunque acaben en la moraleja que la conciencia de Twain imprimió a su vida. Sus personajes no tienen la misión divina de buscar la justicia y seguir el camino recto; son criaturas y por ello sienten envidia, ira y quieren, como fin último, salvar su cuello. Así lo expresó en 'Los inocentes en el extranjero', el libro de viajes que salió de su periplo por Europa y los territorios palestinos: «Y así va el mundo. Hay veces que deseo que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco». No confía en los humanos, pero espera poder hacerlo.

Sus vivencias marcaron sus escritos. La infancia de niño enfermo y la pérdida de su padre labró sus inicios. Su trabajo como práctico de un vapor del Misisipí, su labor como reportero del periódico de su hermano, la Guerra de Secesión, los éxitos, sus viajes, la pérdida de su esposa y de tres de su cuatro hijos, su riqueza y su ruina. Un recorrido vital que fue afianzando su vena más sarcástica y que rozó con la amargura. Su legado más ácido llegó después de su muerte. Los albaceas publicaron de forma póstuma su autobiografía y los textos más críticos que muestran su tormento: hasta 1946 no vieron la luz 'Cartas desde la Tierra', en las que el propio Satanás se plantea la relación entre Dios y los hombres. «Ellos rezan por ayuda y favor y protección cada día; y lo hacen con confianza a pesar de que ninguna oración ha sido jamás contestada».

Paul Auster, regresa la magia del azar

Entre los devotos de Auster, no eran pocos los que habían perdido la fe en que el autor de “El cuaderno rojo”, metido en una espiral de sobreproducción literaria y fallidas excursiones cinematográficas, recuperara el toque, el duende que condujo a que Brooklyn bautizara con su nombre uno de los días del año. Pero su última novela, “Invisible” (Anagrama/Ed. 62), supone un regreso en plena forma y la constatación de que le quedan caminos narrativos por explorar.

Texto: Antonio Lozano Foto: Jean-Christian Boucart

Ser muy consciente de que, conspirando entre sus capas rutinarias y lineales, la vida se guarda ases en la manga, hirviendo en su epicentro sucesos inexplicables, curiosidades asombrosas y caprichos del azar, es lo que ha hecho grande a Paul Auster (Nueva Jersey, 1947). Aferrándose a experiencias personales que encajarían con mayor suavidad en el ámbito de la ficción -un rayo que segó la vida de un compañero de campamento que le antecedía a la hora de cruzar una verja; recibir en custodia un lote de libros de un tío transhumante (y traductor de Virgilio y Homero); responder a una llamada telefónica confundiéndole con un detective de la agencia Pinkerton…-, el autor ha sustentado su hipnótica obra en el convencimiento de que nuestro primer motor es el hecho fortuito, de que somos producto de una improvisación perpetua, de una potencialidad infinita, retorcida e ingobernable. Alrededor de este principio, a un tiempo perturbador y esperanzador, ha extendido una telaraña de historias fascinantes, cuyo origen siempre sitúa en la caja negra de su cerebro, donde la invención literaria no es más que una pantalla o una posibilidad latente de experiencia real, donde un autoestopista, una piedra mágica, un cómico mudo o un cuaderno han ejercido de interruptores que activan aventuras metafísicas hacia ese misterio indescifrable que se llama ser humano.

Carecer de un lápiz para que su ídolo de béisbol Willie May le estampara un autógrafo y leer a Dostoievski son dos novelescas hipótesis que siempre le ha gustado barajar para explicar su dedicación a la escritura. Su desesperada trayectoria profesional antes de la consagración no encierra mayores secretos, pues él mismo ha practicado la confesión catárquica en La invención de la soledad(en la que la muerte del padre coincide con el despegue creativo y sirve de salvación económica) y A salto de mata (donde, recordándonos al protagonista de Hambre de su admirado Hamsun, evoca su angustiosa relación con el dinero, que le condujo a ser grumete en un petrolero que cruzaba el Golfo de México, a ejercer de negro literario, a cuidar de una finca, a emplearse como telefonista en la sede parisina del The New York Times).

El revés que comportó suspender el examen de acceso a la Academia de Cinematografía de París se vio paliado, en parte, por el profundo amor hacia la literatura francesa surgido de su labor de traductor de Du Bouchet, Mallarmé, Sartre y Simenon, entre otros (faceta que pesó en el jurado que lo nombró Chevalier de L´Ordre des Arts et des Lettres). Tras una corta etapa como profesor de escritura creativa en Princeton y diecisiete sellos rechazando el manuscrito de Ciudad de cristal, se lo jugó todo a que viviría exclusivamente de sus libros o perecería en el intento. Y lo consiguió: 1) componiendo personajes con fracturas profundas a los que la vida viene a rescatar para conducirlos por carreteras secundarias, donde la locura y la perdición amenazan en cada esquina, donde la extrañeza es la norma, pero al final de las cuales aguarda una expiación (El libro de las ilusiones, La noche del oráculo, Brooklyn Follies); 2) bebiendo de la mitomanía yanqui (el primer alunizaje está presente en El Palacio de la Luna; la protesta anti Vietnam recorre Leviatán; los felices años 1920 y la Gran Depresión sirven de marco a Mr. Vértigo…); y 3) convirtiendo Brooklyn (su guarida junto a su esposa, la escritora Siri Hutsvedt, y su preciosa hija, la bisoña cantante y actriz Sophie, amén de cantera inspiradora) en escenario donde providencia y drama se fusionan con la naturalidad con que el día cede paso a la noche.

viernes, 23 de abril de 2010

El día que nos legaron Shakespeare y Cervantes



Hay libros que provoca botar tras la primera página y otros que por siempre llevarás pegado en las paredes del corazón, o de la razón. Tengo buenos amigos desconocidos que no me desamparan. Ellos no lo saben pero los he encontrado entre las páginas de los libros, un territorio diverso, grande y profundo, maravilloso, donde ellos habitan con sus criaturas imposibles inventadas con historias tuyas y emociones mías, de todos. Nos festejan la vida. Amplían horizontes.

Gracias a Dios que la extensión de esa región de la escritura, permite que más nombres y escritores brillantes compartan como dioses paganos el mismo suelo de los genios literarios: el de Shakespeare y Cervantes, ellos nos legaron este día, maravilloso día de palabras e ideas, de dudas y bloqueos creativos, de insatisfacciones nunca bien reconocidas.

Esos amigos me acompañan en todo lugar y momento. Este fin de semana me fui a la orilla de la playa con Doris Lessing y su "Diario de una buena vecina", y en la Guajira me acompañaron las últimas páginas del más reciente libro de Phillip Roth, Indignación. Y en las noches leo "La novela de Perón" de Tomás Eloy Martínez. Y aquí, esta semana, robando horas al trabajo, he devorado las crónicas de Héctor Torres (Prodavinci), Lautaro Sanz (Relectura) y de Valmore Muñoz Arteaga, todos venezolanos, todos jóvenes, y los tres con un talento que lo deja a una inspirada, queriendo siempre leer un poco más, que no se acabe la crónica.

Como Cavafis, no tengo otro sitio donde ir, vivo muchas horas en el laberinto de calles, personajes y emociones que ellos han creado. FELIZ DÍA DEL LIBRO. FELIZ DÍA A MIS AMIGOS ESCRITORES y que las rosas regalen sus perfumes hoy a las palabras

Laura Fernández

jueves, 15 de abril de 2010

Prefiero ver mi cielo lleno de pájaros, no de sukhoi


Laura Fernández


En Uruguay Pepe Mujica promete entregar a cada niño uruguayo un computador. No uno por escuela. Es uno para cada niño de la ciudad, de los barrios pobres, del campo humilde. Y con acceso a internet y WIFI gratis pronto. Entiende que el acceso igualitario a la información es democratizar la información y la libertad de ideas.

En Venezuela se adiestran niños y jóvenes para ser integrantes de las guerrillas comunicacionales y se entregan fusiles a campesinos, trabajadores, jóvenes, gente resentida, soñadores extraviados en los 60, con la idea de defendernos de una invasión yanqui. Se conforman milicias urbanas y campesinas. Hace poco una amiga, una valiente mujer guajira que vive en el desierto wayuu, cree en este proceso y por quien siento profundo respeto me preguntó así no más: ...Y Laura, ¿ya tú te anotaste con tu fusil ruso? Confundida pregunté para qué lo querría. "Para defender al país cuando los colombianos y los gringos nos quieran invadir" me dijo sin titubeo, plenamente segura de que eso pronto va a ocurrir. Hubo un largo debate, estéril por demás, porque en mis respuestas ella afianza su manera de interpretar lo que está ocurriendo y en sus dudas, yo afianzo mis criterios.

Y otra vez me entra nostalgia y envidia por lo que pasa en Uruguay. Allá se abre a los niños ventanas para que asomen al mundo y lo vean con sus propios ojos y lo entiendan. Allá se imparten conocimientos. Aquí se adiestra para la violencia. Y la palabra se hace pólvora.

Sí me gusta ese Pepe Mujica. Ojalá no se lo trague el sistema. Me gusta cuando habla sencillo y dice que no tienen las riquezas de Venezuela, de Brasil o Argentina. Pero que mientras de Venezuela solo salen barcos cargados de petróleo, de su país pequeñito salen barcos con reses y carne vacuna, barcos con quesos uruguayos, otros con software y productos industriales. Diversificar es más importante que tener una sola riqueza. Y ahora diversifica el desarrollo de país con las computadoras que entrega a sus niños para que se informen e instruyan.


…Preferiría como Rayma llenar el cielo de mi país con pájaros y no de sukhoi rusos.

viernes, 9 de abril de 2010

Yo te nombro libertad




Durante los duros años de la Resistencia Francesa, el poeta Paul Eluard, desertado del surrealismo, escribió este poema titulado "Libertad", incluido en su libro Poesía y verdad (1942)


Por el pájaro enjaulado.
Por el pez en la pecera.
Por mi amigo, que está preso
porque ha dicho lo que piensa.
Por las flores arrancadas.
Por la hierba pisoteada.
Por los árboles podados.
Por los cuerpos torturados
yo te nombro, Libertad.

Por los dientes apretados.
Por la rabia contenida.
Por el nudo en la garganta.
Por las bocas que no cantan.
Por el beso clandestino.
Por el verso censurado.
Por el joven exilado.
Por los nombres prohibidos
yo te nombro, Liberdad.

Te nombro en nombre de todos
por tu nombre verdadero.
Te nombro y cuando oscurece,
cuando nadie me ve,
escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Tu nombre verdadero,
tu nombre y otros nombres
que no nombro por temor.

Por la idea perseguida.
Por los golpes recibidos.
Por aquel que no resiste.
Por aquellos que se esconden.
Por el miedo que te tienen.
Por tus pasos que vigilan.
Por la forma en que te atacan.
Por los hijos que te matan
yo te nombro, Liberdad.

Por las tierras invadidas.
Por los pueblos conquistados.
Por la gente sometida.
Por los hombres explotados.
Por los muertos en la hoguera.
Por el justo ajusticiado.
Por el héroe asesinado.
Por los fuegos apagados
yo te nombro, Liberdad.

Te nombro en nombre de todos
por tu nombre verdadero.
Te nombro y cuando oscurece,
cuando nadie me ve,
escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Tu nomb
re verdadero,
tu nombre y otros nombres
que no nombro por temor.
Yo te nombro, Libertad.

Paul Eluard.

La erótica de libro




Gonzalo Fragui
Miércoles, septiembre 2005.
Publicado por Libreros, blog de Roger Michelena



“Quien no ha metido mano,no es humano”.
Graffiti en el barrio Campo de Oro.

Hay quienes creen, con San Agustín, que todo cambio es diabólico. Así conozco a algunos escritores amigos que no sólo no quieren nada con computadoras sino que, incluso, nunca dieron el paso de la pluma a la máquina de escribir.

Les parece que es como intentar un triple salto mortal, sin nada abajo. Lo anterior viene a cuento porque con la incursión del libro virtual en el mundo de la tecnología, hay quienes se niegan, so pena de muerte, a aceptar semejante cambio, y abogan por el libro de carne y beso, el libro de cuerpo presente.
Alegan que con el libro virtual se pierde el tacto del papel, el olor de la tinta y la voluptuosidad de la letra o la grafía dejada por el linotipo. En cambio, en la pantalla las letras son siempre las mismas, mayúsculas o minúsculas, un punto mayor o un punto menor, una terrible monotonía gráfica.
Arturo Uslar Pietri no podría haberlo dicho mejor.

Dice: “No sólo se ha creado la necesidad del libro, sino la voluptuosidad y el placer del libro. El tacto de la página, el aroma de la piel y del papel, la armonía de la composición tipográfica, la belleza de los caracteres y la presencia sólida del formato, son otros tantos regalos para la sensibilidad refinada. El buen bibliófilo es el pupilo de todas las musas”.
Porque, al contrario de lo que se cree, leemos no sólo con los ojos, o con la mente, sino también, y sobre todo, con nuestros cuerpos. Libro de verdad es todo aquello que se pueda tocar, que se puede intervenir, al que se le pueden hacer anotaciones, en fin, al que se le pueda meter mano. El libro ama desde su tachadura, decía Derrida.
Algunos creen que es perversión, pero no hay nada de qué temer. Hablamos del placer físico y de la fantasía que carga a los libros de olores y de sentidos. A cuántos no les ha pasado, cuando entran en una librería, como a aquel plomero que cuando entraba en una ferretería empezaba a salivar.

Es que ir a una biblioteca es, literalmente, como ir a una casa de citas. Claro, hay autores que citan más que otros. Y también los hay autosuficientes, los que se autosatisfacen ellos mismos, y no citan.

Como todo lugar para grandes iniciaciones, en el pórtico debe haber una inscripción en latín. En este caso dice: “Qui male leget, male finit”. Es decir: “Quien mal lee, mal acaba”. Uno llega medio nervioso, tratando de descubrir el libro que le gusta. La madama, es decir la bibliotecaria, nos anima. -Venga, no sea tímido, los libros no comenn a nadie -dice tratando de ayudar, mientras nos ofrece un catálogo ilustrado a todo color.
Aunque desde hace tiempo se tenga curiosidad por las novedades, pregunta, sin embargo y con embargo, por aquella enciclopedia, la grande que está en el rincón. Se supone que: “libro grande, ande o no ande”. Pero hay sorpresas. Aunque no se crea, en cuestión de libros, como en el amor, no hay nada escrito.

Lo más desprestigiado en estos lugares son los llamados “cursos para lectura rápida”, estos cursos que son del tipo “rácata pum chin chin el gallo sube” están hoy en franco desuso. Porque el mejor homenaje para un libro es, sin duda, el coitus interruptus.
Aunque Macedonio Fernández decía que a él no le gustaba llegar al final de sus libros, por eso los terminaba antes.

En una librería hay libros para todos los gustos


Hay libros que son “Mírame pero no me toques”. Sobre todo después que le vemos el precio. Sé de un amigo que cuando le pidieron un precio excesivo, dijo: “No, gracias, yo lo hago sólo por amor”.
Un libro deber ser hijo de un país y de una época, por eso en estos tiempos me inclino por los libros que más pesan (problemas de la columna). Libros donde se nota que no hay mayores pretensiones ni menores pretenciones. Libros sin erudición, sin prejuicios, e, incluso, sin conocimiento de lo que se está haciendo. En estos libros se muestra plenamente la mayor carencia del hombre contemporáneo: la carencia de carencias. Pongamos por ejemplo “El manual del levante” del desaparecido amigo Pedro Chacín, y “El manual del despecho”, de desconocido autor.

Hay libros que por donde pasan no vuelve a crecer la hierba. También escritores.
Libros como puñales, que sólo sirven para matar el tiempo.
Libros que vuelven en las noches de invierno.
Libros con solapas, como amores solapados.

Todo libro se escribe para la inmortalidad, pero a veces pasa sus últimos días (el libro, no la inmortalidad) en esa especie de geriátricos ambulantes llamados “remates”. Y uno va por la calle y de repente ve aquellos libros inalcanzables y uno suspira y le reza a santa Rita, Patrona de los Imposibles: “Tú que lo puedes todo, consígueme ese libro, aunque sea por un ratico”.



El otro asunto son los lectores
La más antigua noticia que se tiene de un lector es el caso de Eratóstenes, quien habiendo quedado ciego prefirió la muerte a privarse de la lectura.
Hay los que, viciados de cultura, creen que todo se encuentra en los libros, los que piensan que los libros reemplazan a la vida. Los pobres están tan equivocados como los que creen que el tiempo se puede encontrar dentro de los relojes o, lo que es peor, que la felicidad se halla dentro del matrimonio.

Hay quienes creen que las lecturas deben estar adecuadas a la edad. Será por eso que estos días sólo leo cuentos infantiles. San Agustín decía: “temo al hombre de un solo libro”. Sobre todo si el libro es de él mismo.

Hay muchos comentaristas de libros, que en realidad son lectores de contraportadas o de solapas, y a lo máximo que llegan es al prólogo o a la introducción. A esos “críticos” se les debería hacer como decía Ovidio: “El que besa y no toma lo demás, bien merece perder los besos dados”.

Lector pesimista es aquel que entre dos libros malos, escoge los dos
Borges dice que quizá no seamos ninguno lectores. “Quizá seamos parte de un gran libro que es el mundo. Quizá sólo seamos versículos o letras o palabras de un gran libro mágico que es el universo”. O para decirlo con una canción más cercana a nosotros: “Ese bolero es mío, porque su letra soy yo”.

Un lector abstemio decía: Amo a mis libros como los bebedores aman a sus vinos: mientras más leo, más me emborracho. Conclusión: Somos lo que bebemos.

Hay quienes no leen porque dicen que no tienen libros. Lo cual es una verdadera aberración. Carecer de libros propios es la más grande de las pobrezas. Carecer de libros ajenos es el colmo de la miseria.

Tampoco se debe obligar a nadie. Eduardo Galeano recuerda en que pleno centro de Medellín vio este letrero que nosotros, en parte, ya conocíamos: “La letra con sangre entra”, y más abajo otro firmaba: “Sicario alfabetizador”. Claro, no faltará el pesado, que después de leer esto, diga con razón: “Mientras más leo, más amo a mi perro”.



Finalmente están los escritores
Los escritores, decía alguien, somos como los animales, a unos les gusta producir miel y a otros pasarnos la vida volando. Unos quieren ser gusanos y otros mariposas.
Aunque, de todas maneras, como decía una viejita: “Tarde o temprano todos los escritores se hamburguesan”.

Vuelta a la página
“Virtual” o “real”, el libro no ha de ser ni una mina para saquear ni un depósito o vertedero donde vaciar nuestras miserias. El libro es un pontífice. Tiende puentes y es puente él mismo. Puente de luz y no hervidero de luciérnagas. Aunque algunas de ellas queden achicharradas por falta de humildad.

Los libros deben ser como las ramas de los árboles, ofrendan el aire y las alturas pero sin cortarnos las alas, ofrecen el cobijo y el reposo pero sin permitir el aburrimiento.
Para el sabio los libros no son libros, sino huéspedes. Todos llevan ropa de familia. Los libros son, como decía Pedro Laín Entralgo, pura fiesta para el espíritu y aun para el cuerpo de quien los lee, suave fiesta sin estruendo alguno.

Por eso José Martí decía algo como esto, cito de memoria: “...que nadie debe estar triste ni acobardarse mientras halla libros en las librerías, luz en el cielo, y madres, novias y amigos por todas partes.”.
Gonzalo Fragui
Poeta, periodista y editor venezolano (Mucutuy, Mérida, 1960). Cofundador del grupo literario Mucuglifo. Magíster en Filosofía por la Universidad de Los Andes (Mérida). Ha publicado los poemarios De otras advertencias, El poeta que escribía en menguante, De poetas y otras emergencias, La hora de Job, Viaje a Penélope y Dos minutos y medio, así como el libro de autoayuda El manual del despecho. En 1990 obtuvo el premio de poesía de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Los Andes, y en 2001 el premio de poesía de la III Bienal Nacional de Literatura Juan Beroes, San Cristóbal (Táchira).

La marca del buen burgués


Héctor Abad Faciolince: El otro día me pillé a mí mismo en la tonta ensoñación de hacer un préstamo y comprarme un carro mejor.

">Por Héctor Abad Faciolinc | 6 de Abril, 2010
Tomado de Prodavinci




Vi una revista de El Espectador, me dejé seducir por la publicidad, me hablaron de “año de oro para adquirir vehículo por la revaluación del peso”, y de repente yo ya estaba montado en una cosa importada, de doble tracción, con aire acondicionado, air bags, GPS y frenos no sé qué. Por suerte el tema del carro me lleva siempre a pensar en un antepasado y en un descendiente que, frente a eso, han pensado con mucha más independencia y sensatez que yo.

Cuando mi padre, ya un señor cuarentón, alcanzó a realizar ese sueño pequeño burgués de tener carro propio, al cabo de una semana de ir a la oficina en automóvil particular, le confesó a mi madre: “¡Ay, tengo una nostalgia del bus!”. Y prefirió cederle el armatoste a su esposa, que conducía menos mal que él. Cuando le preguntaban qué marca era el carro que al fin se había comprado, como no lo sabía, contestaba: “rojito”.

Mi hijo ha ido incluso más allá. A pesar de que sus compañeros lo consideran una especie de bicho raro, a los 19 años ha resuelto que no quiere aprender a manejar y que se va a seguir transportando en bicicleta o en bus. De nada ha servido que yo le diga que le pago escuela de conducción para sacar la patente, ni que el carro mío está ahí disponible siempre que él lo quiera usar. No, el joven prefiere no correr el riesgo de pasarse la vida enfermo de culpa por haber matado un peatón en un instante de distracción. Además tiene serias teorías ecológicas sobre el humo de los carros, la contaminación del aire y el calentamiento global. En sánduche entre un hijo y un padre mucho mejores que yo, cada vez que saco el carro me siento como un gusano.

El sábado pasado, por efectos de un aguacero y de la mente puesta en los huevos del gallo de la política nacional, me salí de la carretera y fui a dar contra un barranco. La suspensión quedó despedazada y el chasis torcido, dice el mecánico. Mi cerebro, por efectos del golpe, al fin recapacitó. Y así, por substracción de materia, he vuelto a montar en bus. Es hermoso lo que se ve desde la ventanilla, bajando de La Ceja a Medellín: paisajes que uno nunca mira por ir midiendo las curvas y defendiéndose de los mafiosos al volante, caras que nunca se ven, lluvia que cae, letreros, estaderos, ventorrillos, odiosa publicidad política, árboles centenarios. No tener carro es como viajar para ver otras cosas: el mundo se hace visible cuando uno cambia de hábitos.

No voy a renunciar del todo y para siempre a este símbolo de buen burgués que es siempre el automóvil particular. Es posible, incluso, que algún día me compre uno mejor. A veces es muy cómodo, sobre todo para salir de la ciudad y meterse por una carretera destapada de montaña, hasta un paisaje sublime, con prados y frailejones.
Pero es odioso estar soñando con un carro nuevo y creer que la felicidad consiste en mejorar de marca o de modelo. Dime qué carro quieres y te diré quién eres. Seguiré con mi modelo ya golpeado y maltrecho y trataré de usar más el transporte público, tal como me enseñó mi antepasado y me enseña mi descendiente, ambos más sabios, mucho más sabios que yo.

Palabras desnudas deja la sequía


Laura Fernández

No puedo escapar de la sequía de 2010. Afuera es "El Niño" que hace estragos dejando a los campesinos con sus campos desconsolados, amarillentos, como si un fuego devorador e impenitente hubiese arrasado con ellos y desafiara el optimismo legendario que suele acompañarlos en la vida.

Adentro, adentro es esta sequía que impide que mis ideas lleguen a los dedos, que se hagan palabras en el papel. No me fallan las ideas, tampoco los relatos. Es un contexto que devora mi voluntad, me paraliza, una fuerza extraña me arrastra y anula cualquier intento por hacerlas letra escrita. Lo grave es que no tengo una memoria a prueba de olvido ni he encontrado en el mercado el chip o dispositivo que permita almacenar las ideas para cuando el corazón, la mirada, la palabra y la mente se armonicen. Ya fluirán. Otro día hablarán otra vez.

Siento el caos de estos días. Me sacuden. Siento mi desorden de hoy. Y entonces pienso que útil quisiera ser, como los campesinos, como los que siembran con amor, como los que se resisten y nunca se conforman, como los decididos que dan la batalla. Pero tengo pocas certezas y muchas dudas. Mientras prosigue esta sequía insobornable, iré montando en este blog las letras y voces de otros, artículos, crónicas maravillosas de extraordinarios escritores, periodistas y poetas que he ido guardando y son si duda útiles para el pensamiento, el corazón y la inteligencia.

Mañana intentaré la escritura, hoy siento la desnudez de la palabras. Mientras espero el desbloqueo me pierdo en la tarde nublada de la ciudad para seguir durmiendo entre libros y música.

sábado, 27 de febrero de 2010

Temible Febrero Terrible

Temible febrero terrible. Ya casi acabas, hecho terremoto, hecho huracán. Rojo y negro, el color de la tierra, la atmósfera de los terremotos volcada sobre Chile hoy. Febrero que no puedes dejar de ser herida en la memoria. Inquietante, abres zanjas a la memoria que se recuerda roja y negra, que se sabe amarga como aquel 27 de febrero. Que te vas y sumas nuevas tragedias. Febrero amargo. Caótico e ingobernable

Laura Fernández