jueves, 30 de julio de 2009
Caigo sobre unas manos
lunes, 27 de julio de 2009
martes, 21 de julio de 2009
La felicidad viene en ruedas y es amarilla
Anima amanecer estos días y saber que como cada año, igual a cada caluroso mes de julio, nos esperan las escenas inéditas del Tour de France, llegados como un bálsamo para por fin refrescar los sentidos y dar una tregua a la mente.
3.500 kilómetros corridos durante 20 días en esta edición donde estos colosos se internarán entre montañas nevadas con picos sobre los 3 mil metros de altura, campos de trigales extendidos y temperaturas de 30ª, pequeñas aldeas animadas por campesinos sencillos que corren tras los ciclistas a caballo, en bicicletas, desde una canoa en el río, o sobre sus tractores, pueblos medievales con sus iglesias de piedra y campanario saludando el paso de los ciclistas, hermosos viñedos tan añejos como la historia misma de Francia, y grandes ciudades de gente eufórica y moderna como Barcelona o París.
Los paneos desde el helicóptero dispersan mis inquietudes y llenan mis ojos de sembradíos de girasoles encendidos que tan magistralmente registró ese genio loco e inolvidable de Van Gogh, pasan ahora por el pueblo de Víctor Hugo con sus puentes centenarios mientras escenas de Los Miserables nos atraviesan el pensamiento y nos impulsan a buscar sus pasos por la gran red virtual. Cada pueblo vive a su manera el tour y lo expresa creativamente. En los más de 2.200 kilómetros devorados ya, hubo quienes vistieron sus vacas con grandes pañuelos amarillos, verdes, blancos y de lunares rojos, los colores emblemáticos de las camisetas del giro. O quienes esperaron sobre sus caballos vestidos de caballeros medievales, o las monjitas con túnicas amarillas para alertar que entraban en las tierras del girasol. Y la nostalgia me invade, y deseo correr y escuchar a Charles Aznavur, a Lucio Dalla y Pavarotti cantando el Carusso, a Leonard Cohen y también a Amancio Prada.
Pero esta semana, el domingo, termina la vuelta que por 3 semanas devora la realidad. Me aleja de ella y robustece la voluntad a veces tan debilitada. Tendré que esperar a julio otra vez para de nuevo ser feliz. Espero que algo cambie.
miércoles, 15 de julio de 2009
También la Ñ es gente
La culpa es de lo gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe.
¡Señoras, Señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración.
Ya nos redujeron hasta el apócope. Ya nos han traducido el pochocho. Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un monstruoso # en lugar de la Eñe con su gracioso peluquín, el ¿Quieren decirme que haremos con nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y ñacurutuces?
¿En los de Añatuya como cantaran Añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní? “La ortografía también es gente”, escribió Fernando Pessoa. Y, como gente, sufre variadas discriminaciones. Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui.
A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, solo porque la ñ da un poco de trabajo.
Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta. Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también.
Por pereza y comodidad. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños. ¡Impronunciables Nativos! Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así nos canta. No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir en nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski. Ninios, sueños, otonio. Fantasía
Inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania. La supervivencia de esta letra nos atañe , sin distinción de sexos, credos ni programas de software.
Luchemos para no añadir más leña a la hoguera donde se debate nuestro discriminado signo.
Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémosle al mundo entero por Internet! La eñe también es gente.