martes, 27 de septiembre de 2011

Elegy, intimista y delicada

Anoche he vuelto a ver Elegy, película de la directora española Isabel Coixet, basada en el libro de Phillip Roth, El animal moribundo. Es una hermosa película. Delicada.

Lleva la impronta de Coixet, una atmósfera intimista con Penélope Cruz y Ben kingsley en roles estelares. Plena de silencios elocuentes, de caricias y miradas portadoras de belleza, amor, deseo, dolor...escenas intensas y maravillosos diálogos...y una química brutal entre estos dos actores.

David Kepesh es un carismático profesor de Literatura Comparada den Columbia, amante de la belleza y de la libertad. Un profesor sesentón y su pasión correspondida por una joven estudiante. El hombre temeroso del amor, de las expectativas que el despierta, su eterno miedo al fracaso y al dolor, enamorado en su vejez , descubriéndose viejo y dolorosamente enamorado. Es una reflexión sobre la egoista idea de libertad de Kepesh, su opinión sobre el compromiso y la dependencia que inevitablemente conlleva, y a la que ha rehuído toda su vida. Todas sus creencias tambalean cuando conoce a Consuela, encarnada por una inquietante Penélope Cruz, que logra meterse en su corazón de cínico y solitario.

Ella se convierte en una peligrosa obsesión, una espiral de necesidad incontrolada, de celos. Pero el personaje es ya demasiado mayor para emprender un camino que le ha aterrado toda la vida y coincide con George O¨Hearn (Dennis Hopper), su mejor amigo y único confidente -un poeta mujeriego con mucho éxito- que es demasiado tarde para dar media vuelta. La decisión está tomada, pero a qué precio...él huye como siempre. Pasan dos años, de agonia, de tormento para él, una noche decembrecina llega una llamada, de ella...! Lo que se pierde por miedo y por no comunicarse. Ya es tarde para todo.

La edad, la soledad, el miedo al amor y a la entrega puestos en escena, desfilando en la pantalla, bajo los acordes de un exquisito piano. Coixet logró traducir al Phillip Roth ardoroso y al Roth temeroso de la edad al poner de manifiesto la tremenda vulnerabilidad humana y lo que de tragedia tiene para él la vejez. Bien lo expresa Roth: "al final, todos naufragamos en el mismo infortunio".

Nadie está a salvo en su trinchera sentimental, nadie lo sabe todo de la vida, Kepesh lo descubre tarde. Una película inquietante y hermosa.

Laura Fernández

jueves, 4 de agosto de 2011

A veces de tarde, es una ausencia




Maracaibo está en reposo. Nada se mueve en la calle a la 1 de la tarde. Desierta, las pocas personas que caminan por 5 de Julio parecen fantasmas alucinados, envueltas en un halo de vapores y obstinación, cegadas por la luz plomiza de esta hora. 45º de calor. Humedad que se cuaja en el aire antes de ser piel pegajosa en su humanidad.

Maracaibo es un desierto. La vida está suspendida. Me asomo una vez mas por la ventana solo para comprobar lo que ya sé. A esta hora todo está callado, adormecido. No hay bocinas ni carros ni pasajeros. Solo alucinación y soledad. La ciudad es un desierto de voces, es una algarabía de ausencias, es tu recuerdo golpeando con fuerza en el 4to piso de mi ventanal que mira hacia esa acera, donde un día transitó tu risa. La vida ocurre detenida frente a mí.

Hoy Maracaibo es una ausencia.

Laura Fernández



miércoles, 3 de agosto de 2011

Esa manía de llevar a Dios en los labios


Todas las mañanas al salir de casa repito un ritual involuntario: me persigno y pido al Señor regresar sana y salva en la noche. Y ruego por todos los que quiero. Llevar a Dios en labios y entregar mi suerte a él se ha convertido en una letanía diaria ante las arremetidas, cada día más sonoras y crecientes, de la delincuencia. Anoche desperté sobresaltada en la madrugada, más de 20 balazos en cuestión de uno, de dos, no sé cuantos segundos, los sentí eternos mientras Dios de nuevo regresaba a mis labios y me persignaba y me estremecía pensando quién podía ser esta vez, cuántos esta vez. Pensaba en balas perdidas a esa hora de la madrugada impactando en el inocente que retornaba de una fiesta o al madrugador que había decidió salir más temprano a su trabajo.

Y quienes deben garantizarnos el derecho a la vida se escudan en el argumento manido de que se trata de exageraciones de la prensa amarillista del país. Una exageración que suma 150 mil asesinatos en estos últimos 12 años.

A veces me quisiera mudar a ese país tan bonito que me cuentan todos los días en la tele oficial. Allí, la gente tiene pleno empleo, no existe analfabetismo; familias felices con las casas que les construye el gobierno y las entregan con todo equipado; nadie se cose la boca en actitud desafiante de huelga de hambre para exigir sus derechos y cuando lo hacen son desestabilizadores pagados por la oligarquía; abundan los alimentos que en los mercado están desaparecidos hace meses dejando en anaqueles vacios la mejor evidencia; los CDI como los Barrio Adentro son un paradigma en tecnología y avances en medicina para curar y tratar cualquier enfermedad, aunque el líder supremo los ignorara a la hora de tratar su cáncer y prefiriera buscar la ayuda externa de cubanos y españoles.

Qué bonito es todo desde la pantalla oficial. Todos los venezolanos estudian, se gradúan y al salir tienen garantizado un empleo productivo…Yo me quiero quedar en este país que desde las pantallas de Tves, VTV, ANTV, me llena de sueños todas las mañanas. ..Me están destrozando los nervios esos canales vendidos, de apátridas vendepatrias, ellos cuando muestran la realidad, exageran. Sus noticias son violentas. Sangre y corrupción. Reclamos y huelgas. Masacres y presos dando órdenes desde las cárceles. Marchas y gente llorando sus muertos. Puro conflicto, pues. No se parecen a esa realidad dulce, ese oasis de paz y esperanza que veo desde los canales del Estado y me hacen a veces creer que Venezuela es como Disneylandia.

Y yo necesito soñar, quiero soñar de nuevo, creer, tener esperanzas antes de volverme loca. Quizás sea mejor ver solo la teve oficial a ver si logro conciliar mis angustias, permanecer en el país donde todo es avance y logro, donde la muerte no es lugar común, ni es sinónimo de asesinatos, sino de algún ajuste entre malandros, de alguna pelea de barrio. Y la impunidad, es otro invento de los medios y de los familiares de las víctimas, aunque los datos confirman que 92.1% de los homicidios en Venezuela no son resueltos.

Pero suena el teléfono. El desgraciado teléfono. Me dicen que acaban de asesinar al ingeniero de PDVSA y su escolta en las carreteras de la Guajira para robarles el carro, cuando justo retornaba de supervisar la entrega de dos vivienda s con su dotación correspondiente a vecinos de mi caserío. La noticia se queda hirviendo en la mente, como cicatriz en mi memoria que rápidamente pasa revista a todos esos hechos que asustan. Por lo común, por lo frecuente. Porque no es una excepción, es cosa de todos los días. Como ese graffiti que se lee en calles de Caracas y asusta. Asusta mucho.

Me asomo a la televisión. Transmiten las noticias de la noche. La apago. Me siento agotada, rabiosa, también con miedo e impotente, sin fuerzas para insistir en lo que ya nadie puede creerle. Aunque la propaganda sea insistente y constante.

No podré soñar. No hoy. Mejor no cierro los ojos, ya tuve bastantes pesadillas por hoy. Seguiré en manos de Dios, persignándome cada día al salir de casa, estrenando en mí esa vieja manía de llevar a Dios en labios a toda hora.


Laura Fernández

lunes, 20 de junio de 2011

Contadme un sueño


AHORA estoy de regreso, he llegado hace poco,
soy nuevo en la ciudad... Y esto quiere decir:
Me durmieron con un cuento...
y me he despertado con un sueño.
Voy a contar mi sueño, narradores de cuentos.
Voy a contar mi sueño.
Es un sueño sin lazos,
sin espejos,
sin anillos,
sin redes,
sin trampas... y sin miedo.

SOÑÉ... ¡Sueño!
No soy un cuento.
Vengo de más lejos...
¡Soy y vengo del sueño!
Y digo que soñar es querer, querer, querer, querer, querer...
querer escaparse del espejo,
querer desenredarse del ovillo,
querer descoyuntarse de la dulce rosquilla de los cuentos,
querer desenvolverse... prolongarse...
soñar es decir 4 veces,
44 veces,
4.444 veces, por ejemplo:
Yo no quiero,
yo no quiero,
yo no quiero,
yo no quiero,
verme en el tiempo
ni en la tierra
ni en el agua sujeto;
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento.
Recién descubro a Adolfo Celdrán, cantautor español, gracias a los regalos que nos llegan por la red. Canciones como estas contagian la vida y las ganas de "querer escaparse del espejo y querer verme en el viento". De ir por sueños sin lazos y sin miedo. Que belleza de poema y de voz.

Contadme un sueño, letra de León Felipe, gran poeta español, es ante todo una hermosísima declaración de esperanza. La canción del sueño esperanzado como una clara opción que tenemos los humanos de buscar, pelear e ir hacia la libertad, el amor y la vida.

Como apenas le descubro, tomo de Wikipedia éste breve extracto sobre Celdrán:

Adolfo Celdrán Mallol (n. Alicante, 1943) es un cantautor, músico, poeta y autor teatral; fue miembro fundamental de la Nueva Canción surgida en Madrid en los años sesenta. Sus canciones dieron voz a los poetas en la España de la dictadura y la transición, cuando la poesía y las canciones socialmente comprometidas suponían un arma revolucionaria en la lucha por las libertades.

Laura Fernández

martes, 14 de junio de 2011

25 años sin Borges, el hombre que temió seguir siendo Borges


Por Laura Fernández.

Foto de Fernidando Scianni


"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído". Quién mas sino Borges? A 25 años de la muerte del escritor argentino, el mundo recuerda hoy a una de sus mentes más lúcidas. Genio de la literatura universal y profeta de la literatura moderna.

Pasarán los años, pasarán los reyes y los gobiernos, pasaremos todos nosotros, pero nunca Jorge Luis Borges. Se cumplen hoy 25 años de su muerte, del Borges poeta, escritor, ensayista, pensador. El Borges autor de obras capitales como Ficciones (1944), El Aleph (1949) o El Informe de Brodie (1970). El escritor aburrido a sus 80 de ser Borges y sin embargo condenado a ser eterno por su obra monumental. El premio Nobel de literatura más merecido y jamás recibido. El Borges que encontró en los espejos, laberintos y tigres sus metáforas más lucidas, que vio el tiempo como un río, la vida como ficción, la muerte como sueño y a él mismo como el otro… Confieso que me costó una vida entrarle a la literatura de Borges, fue por su poesía que me acerqué y me apasioné por él. Un escritor que nos regaló poemas y libros donde el limité entre lo real y la ficción, entre lo irónico y lo moral, era imperceptible.

Dejo aquí uno sus poemas. De mis favoritos por supuesto, de esos que tuercen el corazón.

Ausencia


Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.


Con motivo de este aniversario, Infobae América , diario digital, dialogó con varios autores que coincidieron en destacar el carácter emancipatorio y fundacional de sus trabajos que abarcan ensayos, cuentos cortos y poesía. A continuación están las palabras de Enrique Krauze, Sergio Ramires y Alejandro Rossi tomadas de este diario(14-06-2011) y escritas por Maricel Spini.


Sobre él, dijo el ensayista mexicano Enrique Krauze aseguró que "la aventura literaria de Jorge Luis Borges no tiene precedente en las letras universales". "Un joven en las estribaciones de Occidente, es decir en la América Hispana, se siente heredero legítimo de toda la tradición literaria universal y decide apropiársela. Esa apropiación es un acto de lectura: solitario y tenaz, pero también incesante y dichoso. De la lectura nace la escritura de un mundo nunca antes visto con esos ojos, con esa gracia, con ese misterio, con esa perspectiva. Y el resultado, desde los primeros textos ultraístas hasta los últimos poemas clásicos es sorprendente, original y perdurable"

El escritor y ex vicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, recordó: "Cuando Borges llegó a mis manos en la juventud, me sedujeron por igual su poesía y su prosa. Aprendí de sus cuentos con pasión sedienta, buscando descifrar los arcanos del lenguaje, como él mismo diría, y en su poesía me admiré de hallar la continuidad vital del modernismo, una prolongación sabia de [Rubén] Darío"

"Alejandro Rossi escribió alguna vez que debemos a Borges muchas páginas perfectas. Agrego que no sólo lo son por su inteligencia e ironía, o por su juego metafísico -un juego infinitamente serio- sino por su sutil mensaje moral. Un anarquista utópico que no condescendió jamás con el poder o el poder de la mentira".


viernes, 20 de mayo de 2011

Mayo español, sueños bajo el Sol

La protesta de los jóvenes españoles iniciada una semana atras, prende esperanzas en el mundo.

Terminada una manifestación, 40 de ellos, solo 40, decidieron quedarse y acampar y dormir en Plaza del Sol, cansados de tanto desempleo, de tanto esperar, exigir y no recibir soluciones a sus necesidades. Y comenzaron a despertar los jóvenes, mujeres, hombres, ancianos de toda Madrid. Al cortejo de indignados, se ha ido uniendo gentes de todo el país, ciudades pequeñas y grandes (como Zaragoza) replicando su ejemplo y sus protestas hartos de su invisibilidad en un país donde el 43% de sus jóvenes está desempleado.

Plaza del Sol es una exposición pública de un hartazgo privado y colectivo: muchas personas cansadas de ser invisibles, de ser nada y nadie que salpica a políticos, empresarios , políticos, a esa parte del 'establishment' que dejó de escuchar.

Los jóvenes dan volumen a su frustración en Puerta del Sol. Es una protesta espontánea que convoca a la reflexión ante un sistema del que se sienten y saben excluidos. Corrupción, bipartidismo y sin trabajo. Ellos pregonan la necesidad de que la democracia española se articule con sus necesidades y aspiraciones.

La indignación de su protesta la cuelgan en su pecho, sus franelas dicen: "Sin trabajo, sin vivienda, sin esperanzas, SIN MIEDO" . Levantan en la plaza muros no de concreto si no de carteles con palabras que expresan sus deseos e inconformidades. Uno dice: "Si no nos dejan soñar, no os dejaremos dormir"...Hoy Plaza del Sol cobija miles de manifestantes en tono pacífico pero firme. Cada persona deja huella de apoyo. Cada una elige el texto de su indignación, la escribe y pega el pasquín donde puede dentro de ese mar de palabras que cuelgan al aire sostenidas en carteles de papel que conforman el muro de verbos, sueños y rabias que ellos han levantado.

Como se ve, hay carteles nostalgia evocando el mayo francés, otros más atrevidos hablan de la primavera árabe ...

Les han intentado sacar,pero saben los viejos políticos que cerrar las puertas de la plaza, es abrir unas más grandes.

Hoy Plaza del Sol está despertando a miles d epersonas en España. Puede que se corra este ejemplo por Europa y quizás, solo quizá, pueda atravesar el Atlántico para aterrizar y sacudir las conciencias dormidas de nuestros pueblos.

Es bonito soñar lo que ocurre en plaza del Sol. Es bonito protestar con libertad en Madrid. Es bonito soñar que esto pueda ocurrir aquí. Es el llamado de la consciencia


Laura Fernández



jueves, 19 de mayo de 2011

El incómodo Phillip Roth lo vuelve a hacer


Philip Roth, eterno candidato al Nobel de literatura, acaba de ser galardonado con el premio Man Booker otorgado en Europa a escritores de habla inglesa.

Es indudabe, él es un escritor incómodo, de prosa brillante e ideas aplastantes, con planteamientos tan originales como conclusiones desconcertantes, y en el universo de la literatura mundial, es un nombre que hay que leer.

Cuando uno de mis gigantes admirados en literatura alcanza un logro, yo lo celebro como si fuera de mi amigo más entrañable. Soy feliz lectora porque Philip Roth ha sido galardonado hoy con el prestigioso premio Man Booker. Solo le falta el Nobel. Libros lúcidos y demoledores, de narrativa potente, vital y dolorosa. 31 libros narrándonos los conflictos, paradojas, esperanzas, soledad, miedos y temores más íntimos que sacuden el alma humana. Y lo hace sin piedad…sin prejuzgar a sus personajes, limitándose a colocarlos en escena con sus conflictos y neurosis, absteniéndose de emitir juicios morales.

Es un extraordinario narrador, vertical, destemplado, de escritura veloz y magistral. En su obra ha explorado el sentir de los judios norteamericanos, ha recorrido la gran depresión americana, la segunda guerra mundial.

Disfruto el fino manejo de ironía y humor con que disecciona a la clase media norteamericana de las últimas décadas con un retrato exhaustivo de su podredumbre moral, desnudando ante sus lectores lo que se oculta tras el sueño americano. El resultado es un mosaico implacable sobre nuestras emociones, sueños, esperanzas, contradicciones y miedos, mentiras. La lucha crónica del hombre con su moralidad, asi como la humana tentación de querer aislarse, de encerrarse en su casa como si fuera una isla flotante y romper amarras con el mundo y la sociedad que le rodea para encontrar la paz individual, son temas claves en toda su obra.

Del monólogo íntimo ha hecho su marca registrada. Y para narrarse acude a dos personajes: David Kepesh y Nathan Zuckerman. Son ellos su alter ego. Su otro yo. Fundamentalmente Zuckerman, protagonista de 9 de sus 31 libros a través de quienes nos envia mensajes sobre su preocupación por el sexo, la decadencia física y moral, la vejez y muerte, pero también sobre su necesidad de potenciarse a la vida, sentirla, querer seguir vivo y experimentar la libertad. Todo ello entrampado en una terrible soledad que circunda a cada ser humano.

Es un desmenuzador agudo de la sociedad norteamericana (Me casé con un comunista, el Lamento de Portnoy, Pastoral americana, el Teatro de Sabbatt, Némesis) reflejando la podredumbre moral de una sociedad que pierde confianza en Dios, en la justicia y la misericordia. “Nuestras exigencias morales son fantasías retóricas que se desmoronan cuando aparece el miedo” .

Desconcierta vernos retratado en sus páginas, su lectura es dolorosa por honesta y aguda, Y asistimos de su mano a ver como una y otra vez la gente acaba siendo justo lo que no quería llegar a ser. Como el que disecciona con bisturí, hace análisis de la sociedad sin ánimo de justificar ni salvar a nadie. El hombre como víctima de su entorno.

Los libros de Philip Roth no dejan a nadie indiferente. Y no solo por lo que dice y emociona, sino por cómo lo hace. Su lenguaje es preciso, vigoroso, inteligente y muy culto. Una lectura que sacia de palabras, que llena de sentimientos encontrados que nos pide seguir leyendo. Novelas intensas y grandes donde la ficción solo es superada por la realidad.

En los últimos años escribe sobre la vejez, la narra como la tragedia más demoledora porque no solo nos convierte en un cuerpo enfermo, cansado y humillado por la enfermedad, si no por la soberbia conciencia de saberse dependiente, frágil e invisible. Allí están Elegía o La Mancha Humana. Con asombrosa maestría nos obliga a experimentar el temible proceso de la propia extinción del ser. Porque la vejez, para Roth, es la invisibilidad del ser humano, es ir abandonando los viejos paisajes del escenario personal, los compañeros de la vida, las pasiones motrices, los amores que en su vida lo fueron todo. La vejez es irse llenando de despedidas mientras quedas cada vez más expuesto a la invisibilidad, a la dependencia y la fragilidad.

Roth desnuda la tremenda vulnerabilidad del ser humano . Porque como bien dice, al final, “todos naufragamos en el mismo infortunio”.


Laura Fernández

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martes, 10 de mayo de 2011

A los artistas plasticos


...Te parece que ser artista significa...vender?... Creí que significaba alguien que siempre busca sin encontrar...creí que quería decir lo contrario de "yo sé, yo he encontrado". Cuando sigo que soy artista, solo quiero decir que estoy buscando, estoy luchando con todo mi corazón...Vincent Van Gogh.

Traigo las palabras de mi genio loco porque celebramos en Venezuela el día del artista plástico. Nadie como él para expresar con fuerza y honestidad los tormentos, anhelos, sueños, tristezas, luchas, deseos ocultos, luchas que pueblan el alma de un pintor. De un creador que nunca se repite. Siempre busca aunque nunca encuentre.

Hay quienes creen que pintar es fácil. No lo sé. Para mi es como escribir. Cada cuadro, es como cada buena oración escrita, un parto. Pudiera decir como el gran escritor argentino Bioy Casares, que todos los pintores que conozco son personas que han tenido una facilidad innata para la pintura o el dibujo, pero todos los pintores que me interesan han luchado toda su vida contra esa facilidad. Porque la construcción de la propia obra es un permanente e indoblegado esfuerzo por pintar desde la frontera de lo que no sabes, huyendo de los lugares comunes personales, de lo conocido.

Tengo el privilegio de contar entre mis amigos un grupo importante de pintores zulianos. En ellos pienso ahora cuando escribo: en Sergio Sarcos, que cada mañana me llena de maravillas con las obras que etiqueta y coloca en mi muro de Facebook. Miro su pintura, me visto con ella y salgo al día, a la vida. Pienso en Enrique Colina, un irreverente y extraordinario pintor abstracto que es también arquitecto, caricaturista y profesor universitario además. Su obra me acompaña en casa y en la oficina, y él es mi compañero leal de correrías por el mundo de la poesía, exposiciones de arte, los encuentros literarios o de música. Un mundo de locos al que él pertenece y donde he entrado con facilidad, simpatía y reverencia. Recuerdo a Edgar Queipo, el gran Queipo, su pintura me maravilló desde pequeña. Su nostalgia y su poesía de lo cotidiano hecha colores y personajes tan sutiles como interesantes, con sus mujeres y hombres del puerto de Maracaibo o en las calles del casco central de la ciudad. Con sus inolvidables gallos en los árboles o el cometa Halley atravesando la geografia campestre de la Guajira. Y más reciente me viene Mario Labarca, con un mundo de espirales en colores que me deja con ganas de tener másparedes,paratenerlo a él en esa galeria de personajes e historias que ellos crean para mi, y que yo reverencio desde las paredes de mi casa, o de la oficina.

Son como mis libros, como la música que m,e gusta, a donde voy me acompañan

Porque iluminan mi vida les deseo FELIZ DÍA DEL ARTISTA PLÁSTICO, que nunca se acaben las ideas ni los sueños. Amigos que llenan de maravillas mis días. A veces libertad y alegrias, otras, duelen, porque ellos hacen maravillas desde el dolor. Como lo hizo el gran Vincent Van Gogh, el más incomprendido de los artistas y genios del mundo, el Vincent que murió sin vender un cuadro y hoy en los mercados de las artes alcanza precios astronómicos de hasta 60 millones de dólares por sus girasoles.

La hermosa obra que ilustra esta entrada es de Sergio Sarcos, , la Felicidad, d euna serie sobre la vida. Es hermosa, mágica, con él uno descubre la fuerza de lo delicado.

Laura Fernández




viernes, 6 de mayo de 2011

Nuestro amor es fácil


Es viernes. Tarde del viernes y no me pesan los días hoy. Viernes emocionado. Mirando desde un ventanal del cuarto piso de la ciudad veo la vida agitarse afuera. Corneteos, música del bazar a todo volumen llamando compradores, hombres y mujeres entrando a prisa a las tiendas, el domingo es día de las madres. La ciudad es un bullicio y un eco lleno de sonoridades con ruidos y resonancias chillonas. Siempre me pregunto por qué los locales comerciales colocan sus reguetones, salsas, gaitas, a todo volumen. A mi me aturden. A otros parece atraer. Nada me atrapa de ellos hoy.

Pero es viernes y en mi solo suena Melody Gardot. Es maravillosa. Canta como los ángeles y nunca estaré lo suficientemente agradecida a Ramón Lobo, el periodista corresponsal de guerra del diario El País de España, por habérmela presentado durante uno de los insomnios más largos que he tenido. La vida revuelta, sin brújula que me guiara. La escuché. El placer del descubrimiento me agitó aún más. Siguió el insomnio pero esta vez placentero y acompañada. De inmediato su melodiosa voz, afinada, su fraseo perfecto y dulce, sus letras, me envolvieron y perforaron todas mis emociones. Que exquisitez!!!! Conocía esta maravillosa cantante en medio de un desconcierto insospechado por todos. Ahora es una voz imprescindible.

Melody Gardot es una mujer capaz de transmitir conmociones y emociones. Cada frase una sacudida, cada voceo un remanso. Casa palabra una esperanza!

No dejo de oirla. Ella es una joya. Ella es jazz y he leido que es un ejemplo de lucha. Sufrió un grave accidente de tráfico que le causó daños cerebrales y en la espalda. Tuvo que reaprender muchas funciones motoras y fue la música la terapia que la regresó a la vida. Y desde esa nueva vida nos canta canciones tan bellas como esta que les dejo para el fin de semana.: Nuestro amor es fácil.

Laura Fernádez

Los placeres de la envidia


Eduardo Sánchez Rugeles, escritor caraqueño ganador del premio hispanoamericano de Literatura Arturo Uslar Pietri, 2010, nos anuncia la reedición de "Blue Label/Etiqueta Azul, novela con la que obtuvo este premio, el proximo lanzamiento de una nueva novela, Umpluged Transilvania y la edición de las crónicas "Los Desterrados", filosos e inquietantes ficciones sobre venezolanos que han dejado el país acosados por la desesperanza, la injusticia o la mediocridad cultural, política y moral de Venezuela.

La noticia me llevó de inmediato a refrescar la deliciosa crónica publicada por el también escritor Federico Vega, sobre las envidias y placeres que se produce en ellos en torno a la creación ajena cuando ésta es una maravilla que hubiesen querido ellos escribir. Es la envidia que le causó este libro y su autor. Una confesión que transita por sus penas, lo lleva a hacerse comparaciones entre lo que literariamente hace Rugeles y lo que él nunca ha podido, para finalmente admitir solo reconociendo públicamente sus celos consigue la única y verdadera terapia para conjurar esa placentera desazón

Etiqueta Azul, dice, es asistir con placer a "ese festín de libertad, a esa arriesgada travesía que mantiene un ritmo trepidante y magnífico a través de tantas cercanías".

Aquí la comparto.

Arte y Espectáculos 15 Ago 2010 | 01:07 pm -
Por Federico Vegas
Los placeres de la envidia

El escritor Federico Vegas se sumerge en el arte de leer y de envidiar la creación ajena. Un viaje por mares literarios de otros continentes que aterriza en el aquí y el ahora de una novela muy caraqueña


D ice un amigo: "Te acuerdas cuando el verano era mirar culos en Morrocoy". Es un falso juego de palabras: lo que para estudiantes de otras tierras era "el verano", para nosotros, habitantes de una ciudad donde se alternan sin grandes extremos la lluvia y el sol, el frío y el calor, era simplemente una vacación más distendida.

Aclarado ese punto, debo decir que mi amigo tiene razón en lo fundamental, pues sí hubo un tiempo muy focalizado en la búsqueda de lo carnal; una actitud dada a cuantificar los aciertos hacia una meta insaciable, y con la irresponsabilidad de vivir en un tiempo que jurábamos infinito. Éramos tan inmediatos, tan actuales, tan urgentes.

En esta nueva vacación de verano (la número sesenta), ya sin las carencias y cacerías de entonces, me he dedicado a ver libros; y digo ver, y no leer, porque compro muchos y leo pocos. Me gusta tenerlos a mi lado, regados por la cama como una colcha de retazos. Disfruto hasta de tropezar mientras duermo lo que, quizás, nunca terminaré de leer. Es como el garbanzo en el colchón de la princesa, con la diferencia de que esa molestia en las costillas hace mis sueños más estimulantes.

Hasta ahora he leído sólo tres de un par de docenas: La incomparable, divertida y asombrosa vida de Paco Vera, una entrevista a Don Paco realizada por Ramón Hernández; Verano de J. M. Coetzee y Blue Label de Eduardo Sánchez Rugeles. Conversaciones con Picasso de Brassai, viene en camino.

Antes de contarles cuánto he disfrutado estas lecturas, debo hacer una aclaratoria: creo que la literatura empieza por casa, y allí la diosa que manda y vigila es la envidia. No hay sentimiento más indicativo y, además, tiene su lógica: en la casa de la literatura venezolana ciertamente hay pocos lectores para repartir.

Esto explica ciertas erupciones de envidia hacia mis colegas. Cuando Alberto Barrera se ganó el Premio Herralde me dieron convulsiones y llegué a la fiesta de la celebración con sonrisa de epiléptico. La única cura que conozco es la más psicoterapéutica: confesarlo en alta e inteligible voz. Con Salvador Fleján, utilicé otro método para calmar mi asombro ante la sagacidad de sus cuentos: me ofrecí a ayudarlo a transformar su Ovnibus en el libreto para una película. Aún creo que sería un éxito de taquilla, y, con ese ofrecimiento y esa esperanza, mi envidia se ha ido diluyendo. Lo que siento por Francisco Suniaga es un caso sin remedio; me calmo pensando que se trata de un "natural" y que es trampa narrar cuando resulta tan fácil. Espero que nunca me cuente de esfuerzos y borradores abandonados.

Aunque el caso no es tan grave, pues la envidia puede ser deliciosa cuando apunta a un buen amigo. Parte de lo peor de uno y, con un poco de suerte, franqueza y buena voluntad, llega a nuestros mejores sentimientos.

Este tránsito de la mezquindad a la amistad generosa nos da un buen mapa de nuestros más ocultos circuitos.

Frente a Paco Vera me defiendo con la barrera del tiempo. Él tiene más de noventa. Treinta años de diferencia son muchos y me permiten suponerlo viviendo en otra época, o en todas las épocas. Tres fragmentos de su libro explican ese sabor inmemorial, tan saludable: "Hay tres formas de arruinarse: el juego, las mujeres y la agricultura. La primera es la más rápida, la segunda la más sabrosa y la tercera la más segura.

Pasé de niño prodigio a viejo prodigio sin tener una etapa de madurez.

Para gobernar es menester, primero, ser muy bruto; segundo, dar muchos palos, y tercero, estar convencido de tener la razón. Acerca del mando nada digo porque perros y caballos es lo único que he logrado que me obedezcan; pero tocante a creencias, si he pensado siempre que el enemigo de la verdad no es el error sino la convicción".

Lograr una reflexión semejante requeriría recordar frases que le he oído y no ha publicado. Ya más de una vez copié una de sus salidas y crucé los dedos.

Frente a Coetzee es fácil esquivar la envidia. La fobia a las culebras requiere la remota posibilidad de tropezarlas y él está tan lejos, tan remoto, tan fuera de competencia, que podemos aprender sus lecciones en cuerda paz. Verano es una autobiografía del Coetzee treintañero, con una variante interesantísima: se supone que el escritor ya está muerto y el libro lo arma su biógrafo a través de una serie de entrevistas a las mujeres que lo amaron. O trataron de amarlo, porque dos novias insisten en que tenía alma de madera; lo que viene a ser, como ya he explicado, un juicio del propio escritor. ¡Qué manera de autoexaminarse! Brassai y Picasso están blindados, y apenas voy por la página 32.

El caso más preocupante (o la envidia más estremecedora) en esta visita a la casa de nuestros libros, es el vecino más próximo de los cuatro: Eduardo Sánchez Rugeles. Nuestra diferencia de edad también anda por los treinta años, pero hacia atrás. Decir que mi futuro es el pasado de Paco, y mi pasado el futuro de Eduardo, es bastante pretencioso, pero así lo siento y me gusta tener en Paco alguien que me jala y en Eduardo alguien que me empuja. Con esta ecuación nos vamos acercando a la condición esencial que suele prevalecer en una misma casa: la proximidad. Y esto es lo que más admiro y envidio de la novela de Sánchez Rugeles, Blue Label: el arte de exponenciar y dominar los riesgos de la proximidad.

Una de las relaciones más difíciles en una novela es la que establece el autor con el aquí y el ahora de su narración, el dónde y el cuándo de lo narrado. Según Javier Marías lo que más atormenta a los espectros en su vagar por los espacios es el exceso de detalles: "La representación de lo que vivimos y apenas nos hizo mella cuando fuimos mortales se aparece ahora con el elemento horrendo de que todo tiene significación y peso". Estos espectros de Marías le recuerdan al escritor la necesidad de perspectiva, de filtros e instancias que le permitan relacionarse con el tiempo abrumador y el espacio sin mesura que ya ha vivido y pretende revivir. Hemingway recomendaba al novelista jamás utilizar de escenario a la ciudad donde vivía: "Si estás en París cuenta de Barcelona, y si estás en Barcelona de Madrid".

La razón es obvia, para escribir --lo que equivale a ser un competente fantasma-- hace falta abstraerse.

Cabrujas decía que en las primeras películas venezolanas el público se dedicaba a reconocer lugares de Caracas: "¡Mira, las torres del Centro Simón Bolívar! ¡La plaza Bolívar". Aceptar la propia realidad como digna del arte no es fácil, tiene su proceso, su iniciación. Blue Label es un acelerador, una enzima irreverente que rompe convencionalismos. Sus estrategias me atañen: Eduardo Sánchez Rugeles nos cuenta de Caracas desde Madrid, donde escribió buena parte de su novela; hasta aquí la receta es clásica, pues mantiene una cierta distancia, pero el tiempo de lo que narra está peligrosamente cerca del escritor. Se basa en historias de sus alumnos, a los que llevaba poco más de diez años, apenas un instante.

Yo huyo del presente, me alejo tanto como puedo. Eduardo lo acaricia y juega a placer con las referencias temporales.

A mí me costó mucho introducir nombres de lugares caraqueños en mis cuentos. Algún lector me dijo que destruían la magia, la universalidad de la ficción. Eugenia Blanc, la protagonista de Blue Label, va al corazón del problema: "Mi geografía urbana es bastante limitada. No conozco el centro ni me interesa conocerlo". A partir de esta liberación va detallando con fruición lo que sí conoce.

Mi promedio de groserías es de un coño por cuento. Sánchez Rugeles usa mi ración de una vida en un solo capítulo y hasta analiza, a fondo, las contradictorias variantes de una que está en boga, el ambiguo "güevón". La tesis: "Los jóvenes hoy en día hablan así", suena antropológica, pero el flujo funciona dentro de sus propias leyes y terminamos aceptando su procaz vendaval como una música genuina.

Cuando intento escribir como una mujer hago grandes esfuerzos por sonar femenina e inteligente. Sánchez Rugeles escribe como una joven que habla como un hombre, lo que, a su vez, hacen todas las jóvenes caraqueñas. ¿Cuál es su secreto? Quizás no hacer ningún esfuerzo en distinguir los léxicos, las cadencias; o lograr que no se note. La hipótesis es divertida: cuando Eugenia Blanc se expresa como un hombre, las lectoras femeninas celebran con un "¡Por fin!" su autenticidad.

Tiendo a aplacar las descripciones sexuales para que nadie suponga que me ando vanagloriando de retruque. Eugenia y Luis Tévez logran once fornicaciones, o una sola sesión indivisible y prodigiosa, si consideramos que la tanda ocurrió en una sola noche. Ya quisiera Coetzee que alguna de sus mujeres hablara de casi una docena de orgasmos en "alta definición y otros en 3D", lo que equivale, si hay algo de álter ego en Luis, a un desparpajo autobiográfico.

En mis narraciones no logro pasar del año 1998. Mis miedos literarios ante el chavismo son peores que los políticos.

Siento que hay algo invasivo, reiterativo, que sería capaz de causarle gastritis a los personajes y caricaturizar el drama con un pastoso aire de protesta y estancamiento. Sánchez Rugeles le pasa por encima al presente con tanta destreza y puntería que llega al 2020 con un parco reporte de Eugenia sobre su padre: "Alfonso, enriquecido con el chavismo, cayó en desgracia con el nuevo gobierno. Creo, incluso, que lo metieron preso".

Hasta aquí mis penas, mis comparaciones, mi terapia.

Ahora puedo confesar el inmenso placer de haber asistido a ese festín de libertad, a esa arriesgada travesía que mantiene un ritmo trepidante y magnífico a través de tantas cercanías. Todo lo nuestro será más fácil de entender y aceptar gracias a Blue Label.

¿Qué sucederá con todas estas proximidades en ese 2020 que me encontrará algo más viejo? Creo que continuarán siendo igual de cálidas y valientes, de urgentes y actuales. Y estarán además acompañadas de otras novelas del mismo padre, a quien quiero considerar un hermano en esta casa de afanosas búsquedas y taimados encuentros.

lunes, 2 de mayo de 2011

La casa tomada de Cortázar




Leo los cuentos de Julio Cortázar. Uno en especial se ha quedado prendado en la memoria, dando vueltas intermitentes, a veces creo que busca significados o solo un lugar donde ser acogido con sus fantasmas que nunca vemos, solo los intuímos, andando por la vieja casa familiar que ocupan dos hermanos, con sonidos amenazantes cada vez más cerca de los protagonistas mientras avanza la lectura.

Se trata de la "Casa tomada", pertenece a Bestiario, y es un breve, pero intensísimo cuento sobre dos hermanos, maduros ya, solitarios, que viven plácidamente en su rutina inalterable dentro de la casa familiar, espaciosa y antigua, la que aman porque guarda los recuerdos de sus bisabuelos, abuelos, padres, de su infancia. Se habituaron a persistir solos en ella hasta que una presencia hecha sonidos los va cercando, estrechando sus espacios conocidos y logra expulsar a esta peculiar pareja de su pequeño y cerrado paraiso para arrojarlos a la vida, a un mundo desconocido.

Ambos, hombre y mujer, solteros, disfrutan su vida sin sorpresas, sus horas sincronizadas con los mismos sucesos repetidos día tras día, la monotonía sin tregua. No soportan la idea de un matrimonio que les arranque de sus recuerdos o de la seguridad entre sus paredes. Pasan las horas entre la limpieza del hogar en la mañana, el almuerzo a las 12 m, un momento grato que les permite disfrutar con placer el silencio de la casa y cómo los dos se bastaban para mantenerla impecable. En la tarde mientras ella teje, él lee y se deleita observando a su hermana tejer abrigos o calcetines. La tranquilidad de sus vidas es rota por sonidos nunca identificados que se desplazan por las habitaciones y pasillos de la añosa residencia familiar, cercándolos hasta finalmente echarlos a la calle. Y ahí quedar expuestos a la otra vida. La real. O eso presupone uno.

Significativamente lo único que consiguen "salvar" de la casa es un reloj, que les recuerda obsesivamente su temporalidad, su condición de mortales.

Cortázar explica así ese cuento: "Fue resultado de una pesadilla. Yo soñé ese cuento. Sólo que no estaban los hermanos. Había una sola persona que era yo. Algo que no se podía identificar me desplazaba poco a poco a lo largo de las habitaciones de una casa, hasta la calle. Me dominaba esa sensación que tienes en las pesadillas: el espanto es total sin que nada se defina, miedo en estado puro. Había una cosa espantosa que avanzaba, una sensación de amenaza que avanzaba y se traducía en ruidos. Yo me iba creando barricadas, cerrando puertas, hasta la última puerta que era la puerta de la calle. En ese momento me desperté: antes de llegar a la calle. Me fui inmediatamente a la máquina de escribir y escribí el cuento de una sentada".

De "La casa tomada" se ha dicho también que es una alegoría del peronismo y de la situación de Argentina a final de los años cuarenta. Cortázar no rechazó totalmente esta tesis: "Esa interpretación de que yo estaba traduciendo imaginativamente mi reacción como argentino ante lo que sucedía en el país, no es la mía, pero no se puede excluir. Es perfectamente posible que yo haya tenido esta sensación y que en el cuento se tradujera así, de manera fantástica y, simbólica".

Aquí les dejo en video el cuento y en la voz de su propio autor: Cortázar, que además poseía una extraordinaria voz y dicción para narrar.

Laura Fernández

domingo, 1 de mayo de 2011

Hasta luego Sabato, nos veremos en tus libros


Laura Fernández



“Quería desaparecer, eso está en sus libros, pero quería quedarse, eso estaba en su mirada herida que ahora se acaba de apagar. Ernesto Sabato, un titán disminuido siempre por la constancia rabiosa de su melancolía”. (Juan Cruz, en el sentido obituario que hoy publica en El País: “El hombre que se reunía con los anónimos”).



El hombre triste, el Sabato atormentado no se consideraba escritor profesional de esos de un libro por año. Confesaba que a menudo “quemaba en la tarde lo que había escrito en la mañana”. Cuantas páginas devoradas en el fuego y no por los ávidos ojos de sus lectores, los anónimos que no sabía él porque misterio insondable de la vida, buscaban sus escritos, para reunirse con él escritor atormentado, melacólico y las sombras que le abrumaban. Decía que era un hombre solitario, que creció de niño asomándose en las tardes por su ventana de su cuarto viendo la vida pasar. Y era un cascarrabias. También un inconformista, un crítico y explorador excelso de las contradicciones internas que nos pueblan a los hombres. El Túnel, 1948, es un gran ejemplo. Como “Sobre héroes y tumbas”.



Le dolía el mundo. Le dolía la maldad. Le dolían los hombres. Era un pesimista pero quizá siempre tuvo razón Sabato y el destino del hombre no sea otro que la ceguera, la mezquindad y el olvido. Y sin embargo, este hombre adusto que cumpliría los 100 en junio de este año, amaba la vida. Ese hombre que otros señalan de difícil y complejo, que nos dejó con sus libros el tormento de un túnel hecho laberinto en la memoria, produce una profunda ternura cuando por televisión miramos con cuanto cariño aprieta entre las suyas las manos de Elvira, su compañera de los últimos años, mientras firma libros a sus legiones de lectores o cuando miramos las imágenes de su casa de Santos Lugares en la Argentina. Una casa vetusta y de ventanales acogedores, con árboles añosos, sencilla, donde vivía rodeado de recuerdos y libros, de contradicciones, de pequeños e inacabados cadáveres exquisitos que escribía a la mañana y destruía en la tarde, acompañado de la sombra de Matilde, su compañera de toda la vida fallecida a finales de los 90.

Su camino fue grande para dejarlo solo en la literatura. Ensayista, escritor, vecino sencillo y cotidiano, defensor de los derechos humanos, pintor consumado cuando la vista le comenzó a fallar, fue también un gran humanista, un hombre comprometido con las luchas sociales. Presidió, abolida la dictadura del 83, la Comisión que investigó los casos de los desaparecidos de la dictadura y de esa dolorosa investigación surgió un documento inmarchatable: Nunca más. Por su narrativa deja ver su dolor, nos transmite sus dudas sobre el destino del hombre, transita por las cloacas y el revés más crudo de la sociedad argentina.

Siempre estuvo mas cercano a los arrabales pueblerinos, a los frigoríficos argentinos, que al mundo de la intelectualidad con el que mantenía fuertes y agrias discrepancias. Ganador del premio Cervantes de literatura, el más importante de las letras hispanas, su prosa fue equiparada con la de Jorge Luis Borges, e igual que éste, cometió el error grave de sentarse en una misma mesa con un dictador. Borges con Ponochet. Sabato con Videla. Aunque luego pidió disculpas, el imagianrio colectivo no olvida ese episodio, como tampoco se le olvidó de Borges. Con Borges fueron famosas sus disputas.

A Sabato le habría gustado ser eterno. Siempre lo dijo. Le hubiese gustado vivir 1000años por ejemplo. En la vida y memoria de esta anónima mortal, lo es. No sé por qué cada tanto me daba por creer que había muerto solo para descubrir que no, que aún seguía entre los vivos ese hombre que agobió parte de mi adolescencia con la lectura de El Túnel, la historia de un asesinato narrado por su autor, un pintor atormentado y obsesivo “que termina por matar a la única mujer en el mundo que comprende las razones más profundas de su oscura existencia”.



Por ahora, volveré a esas páginas que leí con admirado asombro y deleite angustioso cuando recién comenzaba a entrar en territorios donde quedó dispersa mi juventud.

Hasta luego Ernesto, nos encontraremos en tus libros