martes, 7 de febrero de 2012

En Planfleto Negro con José Ovaldía

Esta entrevista es lo más divertido e irreverente y provocador que he leído en muchos meses. No sé quién es José Ovaldía, gracias a la maravilla que pueden ser las redes sociales, acabo de descubrirlo a través de Héctor Torres, extraordinario escritor y cronista de Caracas.


Confieso mi más absoluta ignorancia. No sé si es real o joda, no sé si es invención salida de la imaginación de alguno de nuestros creativos escritores, de algún conocedor de la movida literaria y cultural del país, pero su originalidad, desparpajo y sentido del humor para hablar sobre el sexo, sus relaciones, sus escritores fetiche y su hacer, desbaratan a carcajadas a cualquier lector. Boris Izaguirre se queda corto.


Dónde estaba qué no le habíamos conocido? Es refrescante leer a alguien que ignora, desconoce las pacaterías morales de nuestra apolillada y muy conservadora sociedad y viene con su humor a sacudirnos del letargo y tanta lectura “políticamente correcta”.


Es agudo, ingenioso, un provocador divino y divertido. Desternillante cuando se refiere a nuestros escritores y su fijación con Fedosy Santaella.


Aunque leo que es escritor y la editorial Anagrama acaba de publicarle en España su novela “Ël y él bailaban tangos tristes” , a mi no me desaparce la duda. ¿Es real o es la ficción de algún escritor venezolano? No paro de reir.


Les invito e leerse esta entrevista. Es maravillosa y divertida como ninguna. Pertenece a la gente de Panfleto Negro, boletín semanal sobre literatura, fotografía y crítica latinoamericana.

Aquí les dejo el enlace.

José Ovaldía sobre los escritores venezolanos: “Me atraen más sus atributos físicos que su trabajo”

www.panfletonegro.com

Dickens, nunca muere


Un día como hoy, el 7 de febrero de 1812, nació Charles Dickens. Y nunca murió.

Dickens, el observador solitario, fue un descontento a tiempo completo. Con Oliver Twist, escribió la primera novela social donde un niño denuncia.

Este hombre tuvo que hacer temblar de rabia y envidia a aquella apolillada sociedad victoriana que le tocó vivir y con tanto tino supo retratar en sus novelas. Todo lo observó y todo lo registró en Oliver Twist o en "Cuento de Navidad", dos de sus libros talismanes. Sus páginas recogen los modales de almidón, el cinismo envasado, la hipocresía social, los vicios y la impostura de aquella clase media burguesa del Londres de principios de 1800. Entonces le salieron paginas enfadadas, que no estaban pensadas para educar sobre nada, si para denunciar la mierda moral de aquella sociedad victoriana que no ha dejado de mutar hasta estos tiempos.

Hay que leer a Dickens y sus letras abrasivas, el escritor que todo lo observó y no hace otra cosa que contarnos su propia infancia rehabilitada en literatura. Un universo poblado de los personajes que la sociedad prefiere ocultar, ignorar, no ver, olvidar y cuando la mira, humilla. La gente incómoda que muchos preferirían hacer invisible. Páginas donde desfilan usureros, mendigos, prostitutas, desdentados, hombres/rata, versus los avariciosos y ricos miserables.

Y escribe sin ánimo redentor. Solo muestra, y al mostrar nos sigue retratando como sociedad.


Laura Fernández