Uno no sabe quien es el gran exorcista: el Lago? El sol naciente? La brisa matutina? El alegría sonora de los pájaros? Todos derrochan su encanto punzante, fresco, revitalizador. Y lo regalan. Y ahí están, al amanecer, como un conjuro contra la pesadez de los días, contra la niebla que es este país, contra la pereza de mis huesos.…Estas mañanas naranjas parecen ensalmos. Dan ganas de robárselas, eternizarlas en la mirada y hacer que se queden entre mis alegrías. De los diarios del Lago al amanecer.
Laura Fernández
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