jueves, 9 de diciembre de 2010

La Guajira bajo aguas (La furia de Juya)


En La Guajira de pronto todo se hizo agua. La sabana de infinitos horizontes con sus cactus y cardonales. Los caminos de arena y silencio abrumador. Las casas y chozas en cuyo interior tienen lugar los gestos de amor y convivencia de su gente. Los corrales y los cultivos.

La Guajira donde las lluvias son tan escasas, donde su gente baila la yonna invocando el espíritu de Juyá, deidad de la lluvia y la fertilidad, para poder cultivar, ahora está bajo aguas. Es como decía un amigo, Cristian Espinoza, "cuando no llueve nada, entonces le cae un diluvio". No hay carreteras, solo agua. No quedan cultivos, están tapiados por el agua. Cientos de rebaños de ovejos, reses, cerdos, ahogados en la noche devastadora que aún no culmina. Las trochas de barro, las carreteras de asfalto son rios furiosos. Y la gente atrapada, intentando por todos los medios salir. O ser auxilada. Todo es agua y desespero. Tristeza y rabia. Agua y miseria. Incluso lo que parece tierra, no lo es.

Tres meses de lluvias continuas,tres meses con autoridades indiferentes, o en todo caso, poco ocupadas en darse cuenta lo que era previsible. La Guajira se inundaría. En apenas dos días, del sábado 4 al domingo 5 de diciembre, las aguas bajaron violentas desde las serranias del Guasare, corrieron por el río Limón y el Paraguachón, y se internaron por Carrasquero, Molinete, Sinamaica,Varilla Blanca, Jaguasirú, Yauriuna, Yruamana, El Cero, Camama, Carretal. Nada quedó a salvo. Todo fue arrasado en esta embestida de la naturaleza.


Algunos amigos en Maracaibo y del país se sorprendieron al ver las imágenes de campos inundados, casas con el agua hasta los techos, gente en procesión arrastrando lo poco que les queda. Y eran esas escenas de la naturaleza que por muy devastadoras, no se acercan ni un poquito a lo que vive la gente, sin casas, sin siembras ni rebaños, sin sueños y con mucho miedo al abandono que tan conocido les es. Ahora vendrá ayuda oficial mientras bajan las aguas. Después, puede que todo sea igual. Un olvido. Ojalá no ocurra así,pero la duda es difícil de erradicar porque ha sido esa la vivencia guajira.

Y tanto como llama la atención el desconocimiento de la gente sobre la grave tragedia que vivía la Guajira, sorprendía aún más el silencio atronador de los medios de comunicación que poco o nada informaban de la situación de emergencia guajira.

Golcar Rojas,periodista y acusioso observador de los hechos, se preguntaba por qué la tragedia de La Guajira, que incluso empezó antes y con más fuerza que la de otras zonas, no ha tenido la misma repercusión en los medios. Y cuando hablan de ayuda y centros de acopio tampoco pareciera ser tomada en cuenta con la misma urgencia que el resto de regiones afectadas.

¿Qué hace entonces que la tragedia provocada por las lluvias en Miranda, Falcón, Vargas, sea más reseñada por los medios de comunicación social del país, oficiales y privados, que la tragedia que esas mismas lluvias originan en Guajira? Porque se informa tan poco y tan breve sobre la pesadilla wayuu?

La Guajira como Falcón tiene 90% de su territorio bajo las aguas. Hay dos vías para llegar a la Guajira. Carrasquero y Sinamaica. De las Cruces hacia Carrasquero y Guana no hay paso, la carretera fue arrasada por las corrientes del río Limón en más de 10 tramos. No quedan fincas ante el ojo humano, solo un horizonte de aguas abarcándolo todo, invadiéndolo todo. Es agua por todas partes, aún lo que parece tierra no lo es. El domingo 5 de diciembre se desbordó la represa de Tulé que abastece a Maracaibo, uno de sus diques cedió y sus aguas corrieron más de 100 kilómetros destruyendo hatos, vías, cultivos, rebaños, hogares y esperanzas. Llegaron a Sinamaica y grosera se metió en las casas. Las poblaciones de esa serranía fueron evacuadas en helicópteros. Carrasquero desde esa noche se hizo una historia de temores y pesares. La pesadilla que por siempre habita oculta la memoria de su gente, se hizo realidad. Las aguas superaron el muro de contención que todos los años, desde que tenemos memoria, amenaza con inundarla y arrasarla, las aguas pasaban por encima de su puente y arrebatadas entraron al pueblo. .En Sinamaica, el hogar de los añú, ya no sabe donde termina la laguna y donde comienzan las calles de asfalto del pueblo. Las lanchas donde los turistas pasean la milenaria laguna recorren las calles desesperadas de la gente del pueblo en ejercicio de evacuación. Los añú han hecho de las aguas su tierra firme, pero no la tragedia. Y los wayuu, gente de tierra firme, no se habitúan a las aguas a mitad de su cuerpo. Pero las prefieren ahora antes que abandonar lo poco que les queda. Permanecen en las carreteras hombres y jóvenes, resguardando los pocos enseres que la corriente les ha dejado a salvo. Es un paisaje dantesco, desolador. Tanta miseria y tanto olvido juntos.

Se dice que 87 mil mil de los 120 mil hermanos guajiros que habitan este territorio ancestral, están hoy damnificados. Algunos en escuelas y cuarteles militares. La gran mayoría salió de sus casas y sus fincas, y viven como desplazados climáticos en los hogares de sus familiares en Santa Cruz de Mara o Maracaibo.

Yo sé que no se puede decir que una tragedia es mayor o menor que la otra. Son iguales. Pero uno se pregunta por qué el dolor guajiro no afecta al venezolano y a los medios igual que el resto del país? Se acordó el presidente y vino entonces. Y solo así acudieron los medios y retrataron para todos el tamaño de la catástrofe.

Y cuando pasen las lluvias, cómo volverá el guajiro a su vida? Mientras la solidaridad del pueblo venezolano se hace presente con aportes en comida y ropa, el aire guajiro, el infinito wayuu se llena de oscuras bandadas de zancudos y jejenes que mantienen aprisionada a la gente en el calor de sus chozas. Uno espera que la atención sanitaria actúe a tiempo y evite la propagación de enfermadades como el dengue, diarreas, fiebre amarilla.

No recuerda la Guajira una inundación de esta magnitud en toda su historia. Juya embravecido.

Laura Fernández. Foto cortesía de Gustavo Bauer

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