Los 20 países más encumbrados del mundo se reunieron en el corazón de la vieja Europa, Londres, y nada nuevo tuvieron para decirnos. Clichés. Más de lo de siempre. Ayuda para socorrer a las instituciones financieras que ellos han creado y las grandes corporaciones del planeta, los mismos que produjeron la crisis.
Producto de esta crisis global, 10 mil personas quedan sin hogar cada día sólo en Estados Unidos; miles de personas pierden su trabajo desde la China a la Patagonia, otras cientos invaden terrenos desocupados en cualquier punto de Venezuela pretendiendo así resolver su problema habitacional, mientras unos cuantos presidentes y banqueros viajan en tours 5 estrellas y la economía sigue paralizada.
Fue más resaltante el abrazo efusivo de la Sra. Obama a la reina de Inglaterra, rompiendo y escandalizando el engomado protocolo de palacio, que la tragedia de 800 millones de personas que ahora mismo no tienen una miga de pan para saciar su hambre.
Entre los dos grandes acuerdos suscritos, además de eliminar los paraísos fiscales, está el extender un billón de dólares en ayuda a organismos como el FMI, el BM y otros más. Un billón del dinero de los contribuyentes para socorrer a los bancos. ¡Que gran solución! Ayuda para el mercado, no para la gente. 500 millones solo para el FMI reviviendo así ese monstruo que tanto daño ha sembrado en Latinoamérica ... a qué interés pensarán prestarle a los países más pobres?
Felicitaciones señores. Cómo ya se ha resuelto el problema del hambre en el mundo, toca entonces inyectar ese billoncito a los grandes mercados financieros. Nadie pone en duda que lo invertirán de la mejor manera, para que todo eso que debe cambiar ya, siga como antes.
Lo cierto es que nosotros, los ciudadanos de a pié, seguimos indefensos porque no tenemos conocimientos suficientes para valorar informaciones como ésta que hablan de alucinantes cantidades de dinero, millones y más millones que aparecen y desaparecen entre bancos, organismos multilaterales y paraísos fiscales donde unos pocos “privilegiados” guardan sus tesoros, sean ganados o saqueados de las arcas de cualquier pueblo.
Mientras, lo único seguro es que nuestras voces y opiniones desaparecen tan rápido como ellos hablan y distribuyen esa millonada.
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